domingo, 23 de septiembre de 2018

¿TRIUNFADORES O SERVIDORES?


"Cuando se fueron de allí, pasaron por Galilea. Pero Jesús no quiso que nadie lo supiera, porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía:
– El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero tres días después resucitará. 
Ellos no entendían estas palabras, pero tenían miedo de hacerle preguntas. 
Llegaron a la ciudad de Cafarnaún. Estando ya en casa, Jesús les preguntó:
– ¿Qué veníais discutiendo por el camino?
Pero se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre cuál de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
– El que quiera ser el primero, deberá ser el último de todos y servir a todos. 
Luego puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo:
– El que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no solo me recibe a mí, sino también a aquel que me envió."


Jesús vuelve a anunciar su muerte y sus discípulos siguen soñando con ser los más importantes. Nosotros leemos el evangelio y seguimos buscando ascender, tener poder, ser los primeros. En nuestros colegios enseñamos a los alumnos a competir, a triunfar...¿Les enseñamos a servir?
"En el evangelio de Marcos, el «camino» representa el itinerario de formación de un buen discípulo. Jesús no quiere un grupo de fanáticos que le entonen vivas, sino un grupo de personas responsables capaces de asumir un proyecto. Por esta razón, sus esfuerzos se concentran en la enseñanza de sus seguidores. Pero, la instrucción parte de los desaciertos y de las respuestas erráticas que ellos van dando a lo largo del trayecto hacia Jerusalén.
Jesús debe superar el miedo cultural que invade a sus discípulos y que les impide dirigirse a su «Maestro» con toda confianza. Para esto utiliza una estrategia pedagógica ingeniosa: toma pie en la discusión de los discípulos que estaban concentrados no en su enseñanza, sino en la repartición de los cargos burocráticos de un hipotético gobierno, y reconduce la discusión mediante un ejemplo tomado de la vida diaria. El «niño» era una de las criaturas más insignificantes de la cultura antigua. Por su edad, no estaba en condiciones de participar en la guerra, ni en la política ni en la vida religiosa. Jesús coloca a uno de los pequeños en medio, y muestra cómo el presente y el futuro de la comunidad está en colocar en el centro no las propias ambiciones, sino las personas más postergadas y simples. Sólo así se revierte el sistema social de valores. Y sólo así, la comunidad es una
alternativa ante el «mundo», que ya sabe poner en el centro a las personas adineradas. La novedad de Jesús consiste en hacer grande lo pequeño, lo doméstico e insignificante.
Eso que Jesús revelaba –con una paradoja– era muy serio: Jesús identificaba su propia suerte y la de Dios con la suerte de los niños, los que no tienen derechos ni quién mire por ellos, los últimos, los despreciados, los no tenidos en cuenta. Porque en realidad todo él se identificaba con ellos: se había puesto de su lado, había asumido su causa como propia. Por eso decía que todo servicio hecho a ellos se le hacía a él mismo y, en definitiva, al Dios Padre de todos. Nuevamente ponía la jerarquía de valores de la sociedad al revés o, mejor, al derecho, «como Dios manda». Una sociedad que mira sólo por los de arriba –o en la que las decisiones que se toman sólo miran a favorecer a los que están arriba– no está en el orden que Dios quiere, no garantiza ni la Utopía ni la Vida."(Koinonía) 





1 comentario:

  1. ."...I va colocar, a un petit al mig d'ells..Qui vulgui ser... que es faci petit..." (Jesús)

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