martes, 11 de septiembre de 2018

ORACIÓN Y ACCIÓN.


"Por aquellos días, Jesús se fue a un cerro a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, reunió a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales llamó apóstoles. Estos fueron: Simón, a quien puso también el nombre de Pedro; Andrés, hermano de Simón; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo; Simón el celote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que traicionó a Jesús. 
Jesús bajó del cerro con ellos, y se detuvo en un llano. Se habían reunido allí muchos de sus seguidores y mucha gente de toda la región de Judea, y de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Habían venido para oír a Jesús y para que los curase de sus enfermedades. Los que sufrían a causa de espíritus impuros, también quedaban sanados. Así que toda la gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el poder que de él salía."

En este texto vemos a Jesús, primero, pasando una noche de oración. Y luego, tras elegir a doce discípulos, dedicándose a curar a las personas.
Nos encontramos ante los dos ejes que deben conformar nuestra vida: la oración y la acción. El ora et labora que se atribuye a San Benito. Jesús elige a los que han de ser las columnas de sus seguidores, del Reino. Para ello pasa toda la noche en oración. Luego los elige y pasa a la acción. Una acción, que siempre hemos de fundamentar en la oración. Todos hemos sido elegidos por Él. Este es el ejemplo que debemos seguir si queremos ser de verdad sus discípulos.
"Una de las acciones estratégicas de Jesús en su proyecto de vida que El mismo define como reinado de Dios, fue elegir discípulos como germen de una nueva humanidad, como un brote inserto en el tejido de la vida humana, de la vida de las comunidades campesinas, de los pobres de la tierra. Es tan estratégico este plan, que necesita una noche de oración para ponerlo en manos del Padre, para discernir el camino. Y elige de dos en dos, como equipos, como redes, gente del pueblo, la base de la construcción de otra sociedad. Por eso Jesús baja al llano, a las plazas. No se queda en la montaña, baja al conflicto de la vida a sembrar allí las redes, los brotes, el tejido de una nueva humanidad que vence el nacionalismo. Ya no es un pueblo de raza escogida que exagera su nacionalismo y exclusivismo contra los otros pueblos. Ahora son doce tribus, nuevas, universales, ecuménicas, que construyen puentes y destruyen muros, curadores de dolencias y limpiadoras de espíritus malos que han corrompido corazones y estructuras." (Koinonía) 



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