En aquel tiempo, unos letrados de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios". El los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir. Si satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre".
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
"El cuestionamiento que se le hace a las acciones de Jesús consiste en que actúa no con el Espíritu Santo sino con uno maléfico. ¿Qué significará entonces blasfemar contra el Espíritu Santo? La acción del Espíritu Santo dio impulso a “la vida” en los orígenes del mundo, y le ha permitido recuperarse y regenerarse a lo largo de la historia. Todo lo que es y hace quien actúa con esa fuerza y vitalidad que da el Espíritu Santo está destinado a generar vida. Siendo así, aquellos que acusan a Jesús quedan en ridículo, porque todas las acciones de Jesús han sido a favor de la vida. Por ello, blasfemar contra el Espíritu Santo podría ser el intento por deslegitimar el servicio que alguien realiza a favor de la vida o favorecer los mezquinos intereses del anti-Reino. Es triste cuando en nuestros países se criminaliza a las personas defensoras de los territorios y el medio ambiente favoreciendo los intereses del capital transnacional. Nosotros, ¿Qué acciones favorecemos y cuáles desprestigiamos o desvaloramos? (Koinonía)
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