jueves, 20 de enero de 2022

LE SEGUÍA MUCHA GENTE

 


En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: "Tú eres el Hijo de Dios". Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

"Una multitud tras de Jesús. Quizá no era una multitud como la que imaginamos siempre que leemos el texto o vemos en las películas, pero es una escena que se repite: muchas personas lo siguen porque encuentran en Jesús la certeza de liberarse de fuerzas que los oprimen, personalmente –en lo físico, psicológico o espiritual– o comunitariamente. El relato de hoy nos recuerda que no importa la clase o poder del mal (espíritus inmundos); siempre, por la Palabra del Hijo de Dios, podremos liberarnos y regenerarnos. El reto está en la fe y el seguimiento de la causa que libera y humaniza, devolviendo vitalidad; y seguirlo al punto de decir: «no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gálatas 2,20). Ser Hacer como Jesús será la clave, entonces, para resistir férreos ataques del mal, cualesquiera que sean éstos. ¿Qué fuerzas del mal en tu entorno debilitan la vida y la amenazan? ¿Cómo puedes colaborar en la misión de Jesús de sanar y liberar a personas oprimidas?" (Koinonía) 

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