En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le pidieron que hiciera algo por ella. El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios". Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo: "También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado. Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios". Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo: "También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado. Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Encontramos a Jesús haciendo el bien. Cura a la suegra de Pedro y libera del mal a los enfermos que le traían. Luego se retira a un lugar solitario para orar. Y no quiere quedarse allí, porque Él debe hacer el bien a todo el mundo. Nosotros también deberíamos tener la libertad de espíritu de entregarnos a todos y no quedarnos únicamente en nuestro entorno y allegados. Todos necesitan nuestra entrega.
"El relato del evangelio que leemos hoy acontece en los “no-lugares” (la casa), en los lugares excluidos y olvidados por la arquitectura del poder opresor político y religioso del siglo I. Jesús se hace presente en los lugares donde emergen “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los seres humanos” (GS, 1). En cada encuentro acontecido, suscitado o asumido, Jesús no solo se fija en la necesidad del otro y del entorno, sino que apela a lo esencial: moverse a compasión, desde las entrañas, frente a los anhelos de transformación e inclusión de los géneros y culturas. El filósofo francés de origen argelino expresó con desafiada belleza la experiencia de hacerse hospitalidad: “Quizás únicamente aquel que soporta la experiencia de la privación de la casa puede ofrecer la hospitalidad”. La hospitalidad de Jesús fue habitar la vida de los desposeídos y trascender sus condiciones humanas, humanizándolos. ¿Cómo podrías hacerte presente y solidario en los contextos de mayor carencia humana? " (Koinonía)
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