Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: "¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti." Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él."
Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.
"Alabando la figura de Juan, Jesús nos deja claro que el camino para seguirle es el de la sencillez. Cuando intentamos seguirlo desde el poder, la fama, el ruido mediático, nos estamos equivocando. Juan prepara el camino a Jesús desde el desierto, la viada austera. Eso es lo que debemos hacer nosotros, si queremos anunciar a Jesús a los demás.
Cuando los enviados de Juan se van, Jesús comienza a hablar sobre el Bautista a la multitud. Por medio de preguntas, busca que tomen conciencia de la importancia de la misión del profeta. Con esa pedagogía propia de Jesús intenta llevarlos al reconocimiento del camino que Juan fue preparando para hacer presente el Reino de Dios. Juan, como auténtico profeta, ha sabido comprender dónde encontrar a Dios: no en los centros de poder sino en las periferias del desierto. Un Dios y un proyecto a favor de la vida alejado de toda presunción, manipulación y falsa apariencia. Esta interpretación de un profeta que ha entregado sin reservas su vida a la causa de Dios puede ayudarnos a comprender el nivel más profundo al que debemos conducir nuestro compromiso cristiano. El elogio de Jesús a Juan se convierte en una fuerte interpelación para quienes se consideran justos y no sienten la necesidad de conversión verdadera. ¿Cómo vivir el profetismo en mi vida cristiana? ¿Cómo abrir camino al Reino de Dios? " (Koinonía)
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