lunes, 20 de febrero de 2023

AUMENTAR LA FE

 

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: "¿De qué discutís?" Uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces."
Él les contestó: "¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo." Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó él: "Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos." Jesús replicó: "¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe." Entonces el padre del muchacho gritó: "Tengo fe, pero dudo; ayúdame." Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él." Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: "¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?" Él les respondió: "Esta especie sólo puede salir con oración."

La Fe es un don de Dios. Nosotros con nuestras solas fuerzas no la podemos alcanzar. Es algo que debemos pedir cada día y estar siempre dispuestos a abrazarla cuando nos llega.
Los discípulos no lograron por sí solos expulsar aquel demonio. Y es que para hacer el bien necesitamos siempre la colaboración de Dios. Por eso les dice Jesús, que no lo lograrán si no es con oración. Si queremos hacer el bien, necesitamos hacerlo con Él. De ahí la importancia de la oración.

"¿Quién no ha tenido dudas de fe en algún momento? A veces nos da la impresión de que Dios no escucha nuestras plegarias cuando estamos atrapados por el sufrimiento, o que falta a la promesa de que “estaría siempre con nosotros”. Entonces, ¿cómo comprender a Jesús que nos dice que todo es posible para quien cree? ¿De qué tipo de fe estamos hablando? Recordemos poner en contexto lo que pareciera ser un caso de epilepsia y no la posesión de un espíritu malo. Y vuelve Jesús a poner el acento, no en la gravedad de la enfermedad, ni en el milagro como receta fácil para salir de algún mal, sino en la fe de las personas. La fe trasciende lo tangible y la razón; es la certeza que tenemos del acompañamiento providente de Dios en nuestras vidas, en las buenas y en las malas, así como acompañó a Jesús en su misión y en la cruz. Se alegra y sufre con nosotros y nosotras. ¿Qué tan grande es tu fe?" (Koinonía)

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