En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: "Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes." Ellos comentaban: "Lo dice porque no tenemos pan." Dándose cuenta, les dijo Jesús: "¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?" Ellos contestaron: "Doce." "¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?" Le respondieron: "Siete." Él les dijo: "¿Y no acabáis de entender?"
"Vivir distraídos es uno de los males de nuestro tiempo, pero no valorar la vida como el mayor de los regalos recibidos es desperdiciarla o malograrla. La comunidad discipular en el relato de hoy parece un poco distraída; da la impresión de que es por la necesidad básica de alimento, pero en el fondo lo que les preocupa es no tener asegurado el futuro. Jesús invita a no hacer depender su fe de milagros o de necesidades puramente materiales, sino que aprendan a poner su confianza en Dios y en su providencia. La vida, cuanto más libre está, se vuelve más disponible y generosa, sin temor a lo que vendrá; y si hemos llegado a decir que Dios no se deja ganar en generosidad, ¿por qué nos cuesta tanto confiar en Él? Muchas comunidades de fe traicionamos el ideal del reino de Dios, de vidas compartidas y desprendidas, por estar aferrados a seguridades materiales. ¿Qué pasaría si no tuviéramos la vida asegurada?, ¿continuaría ilusionada nuestra vida con la causa de Jesús? " (Koinonía)
Qui té la vida assegurada?
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