sábado, 17 de junio de 2023

LO GUARDABA EN SU CORAZÓN



  Los padres de Jesús iban cada año a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron todos allá, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí.
 Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorprendieron. Y su madre le dijo:
– Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.
 Jesús les contestó:
– ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre?
 Pero ellos no entendieron lo que les decía.
 Jesús volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en el corazón.

María se encuentra ante algo que no comprende. Jesús, aquel niño que habían educado con esmero, realiza algo que parece a la actuación de nuestros adolescentes, a un acto de rebeldía. Además su respuesta no es precisamente conciliadora. María, nos dice el Evangelio, guardaba estas cosas en su corazón. Meditaba todo aquello que no comprendía, pero que aceptaba como voluntad de Dios. ¿Sabemos nosotros hacer lo mismo? En la vida nos suceden cosas incomprensibles. ¿Las meditamos y aceptamos como voluntad de Dios?

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