Salió Jesús de Cafarnaún y se fue a la región de Judea y a la tierra que está al oriente del Jordán.a Allí volvió a reunírsele la gente, y él comenzó de nuevo a enseñar, como tenía por costumbre. Algunos fariseos se acercaron a Jesús, y para tenderle una trampa le preguntaron si al esposo le está permitido separarse de su esposa. Él les contestó:
– ¿Qué os mandó Moisés?
Dijeron:
– Moisés permitió despedir a la esposa entregándole un certificado de separación.
Entonces Jesús les dijo:
– Moisés os dio ese mandato por lo tercos que sois. Pero en el principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto. Jesús les dijo:
– El que se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
Este texto siempre se ha utilizado para mostrar la importancia de la unión matrimonial y la fidelidad. Sin descartar esto, debemos tener en cuenta que este texto es, ante todo, una defensa de la mujer. Ya hemos hablado varias veces de la poca importancia que tenía la mujer en tiempos de Jesús. El hombre podía separarse de su mujer a su voluntad extendiendo un certificado. No era la mujer la que podía separarse del hombre. Y en caso de adulterio, como se ve en otro pasaje, es la mujer la que es apedreada, no el hombre.
Jesús, lo que les quiere mostrar a aquellos fariseos es la igualdad entre hombre y mujer. El matrimonio es cosa de dos. Los dos deben ser fieles. Los dos forman uno.
"La pregunta sobre el divorcio sigue siendo actual. Nunca ha sido fácil mantenerse fieles. Es más, algunos insisten en que no es posible. Pero la enseñanza de Jesús, y, consecuentemente, la enseñanza de la Iglesia, es que lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. El sacramento – porque es un sacramento – del Matrimonio puede ser uno de los mejores testimonios en este mundo de usar y tirar. La fidelidad, el decir delante de todos que un hombre y una mujer quieren compartir juntos toda su vida, impresiona. Un proyecto de vida en común, con la idea de aceptar los hijos que Dios dé, es algo que interpela a todos aquellos que no piensan que algo así pueda ser posible.
Nadie dice que sea fácil, pero es posible. El Papa Francisco, en su exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia nos recuerda la importancia del amor y el matrimonio en la sociedad. Estaría bien releer el texto, para saber dar razón de nuestra fe a todos aquellos que tienen dudas."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)
Estima.Ser.
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