Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo:
– Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Os aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Tomó en sus brazos a los niños y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.
Los niños tampoco contaban nada en Israel. Por eso los apóstoles quieren apartarlos de Jesús. Sin embargo, Él nos lo pone como modelos. Debemos tener un corazón de niño. No todo es perfecto en los niños. También son egoístas, envidiosos, lo quieren todo para si...Jesús nos habla de aceptar el Reino como un niño: con la confianza y la entrega que tiene un niño hacia sus padres. Él sabe que ellos le protegerán siempre; que puede fiarse plenamente de ellos. Es así como debemos aceptar el Reino, como debemos seguir a Jesús: confiando plenamente. Sabiéndose pequeño y débil y que sólo junto a Él estamos seguros.
"A Jesús los niños no le molestan. Los abraza, los bendice, los mira siempre con amor y esperanza. No están maleados, muestran un corazón abierto, no ponen condiciones para escuchar el mensaje, les gusta ser abrazados por Jesús, se dejan llevar por Él.
Sería bueno, quizá, seguir a Jesús como los niños siguen a sus padres cuando van a algún lugar. Con confianza, con alegría, sabiendo que todo lo que venga será bueno para nosotros. Porque Dios quiere que seamos felices, y lo seremos, si podemos abandonarnos en sus manos.
El Reino de Dios, no lo olvidemos, pertenece a los que son como niños. No se trata de ser infantiles, porque Dios quiere que seamos adultos en la fe. Pero se trata de no perder lo que hace a los niños preferidos para Jesús, es decir, esa confianza, esa alegría en el seguimiento, en permanente búsqueda de la felicidad, sabiendo que es posible, como todo es posible para los que creemos."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)
Tot és POSSIBLE"
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