El nacimiento de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes de vivir juntos se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que espera es obra del Espíritu Santo. María tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará encinta, y tendrá un hijo al que pondrán por nombre Emanuel.” (que significa: “Dios con nosotros”). Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado, y tomó a María por esposa. |
Mateo nos narra cómo se hizo hombre Jesús. Insiste en que fue obra del Espíritu Santo. Nos indica que tiene una misión concreta: salvar a todos los pueblos. Dios se hace hombre para salvarnos a todos. No hay una élite. Se escogió un pueblo para nacer, pero lo hace para salvar a todos los pueblos. Todos estamos invitados a seguirlo. Incluso puede ocurrir que haya quien lo sigue sin saberlo, sin ser consciente. Por eso no podemos despreciar ni condenar a nadie. Todos somos objeto de la misericordia de Dios. Todos somos salvados por Jesús.
"Estamos en estos días especiales antes de celebrar la Navidad y la Iglesia nos propone para nuestra meditación lo que se ha dado en llamar los “Evangelios de la Infancia”. Dicho de otro modo, los prólogos de los evangelios de Mateo y Lucas. Ayer leímos la genealogía de Jesús y hoy toca la siguiente parte del evangelio de Mateo: el nacimiento de Jesús contado desde el lado de José.
Como todo buen prólogo, el evangelista nos abre el telón para informarnos de quién es el protagonista del libro que va a escribir. Lo primero que nos dice es que Jesús no es un hombre cualquiera, no es uno más. De hecho nace de una mujer, María, que espera un hijo “por obra del Espíritu Santo”. José no debe tener miedo a acoger a María porque “la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dos veces se insiste en esa intervención del Espíritu en el nacimiento de Jesús. Es Dios mismo el que interviene en la historia. No sólo en la historia de aquella pareja, María y José, sino en la historia humana. Es como si Dios saltará desde su trascendencia para encarnarse entre nosotros. Dios salta el abismo y se hace uno de nosotros. Es un hombre pero no sólo un hombre. Es Dios mismo que se hace presente entre nosotros.
Pero hay algo más. No se trata simplemente de que Dios venga a darse un paseo por el mundo. Al hijo que va a nacer José le tiene que poner por nombre Jesús “porque salvará a su pueblo de los pecados”. El evangelista insiste en que así se cumple la antigua profecía de la virgen que iba a dar a luz un hijo y le iba a llamar “Emmanuel”, Dios-con-nosotros.
Así en pocas líneas y articulado como un relato o, casi mejor, como un sueño en el que un ángel se manifiesta a Jesús, el evangelista nos ha dejado claro que el protagonista del Evangelio que va a escribir es un hombre pero en cuyo nacimiento ha intervenido el Espíritu de Dios. Y que este hombre es el salvador y mesías esperado, el que habían anunciado los profetas, el que va a salvar a su pueblo, es “Dios con nosotros”. Ahora no nos queda más que seguir leyendo para ver qué hizo y que dijo este hombre, cómo vivió y cómo murió. Porque en él veremos al mismo Dios."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)
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