martes, 11 de febrero de 2025

HONRAR A DIOS CON EL CORAZÓN

 


Se acercaron los fariseos a Jesús, junto con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. Y al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con el rito de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos – y todos los judíos – siguen la tradición de sus antepasados de no comer sin antes lavarse cuidadosamente las manos. Y al volver del mercado, no comen sin antes cumplir con el rito de lavarse. Y aún tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley preguntaron a Jesús:
– ¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué comen con las manos impuras?
Jesús les contestó:
– Bien habló el profeta Isaías de lo hipócritas que sois, cuando escribió:
‘Este pueblo me honra de labios afuera,
pero su corazón está lejos de mí.
De nada sirve que me rinda culto,
pues sus enseñanzas son mandatos de hombres.’
Porque vosotros os apartáis del mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.
También les dijo:
– Vosotros, para mantener vuestras propias tradiciones, pasáis por alto el mandato de Dios. Pues Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’ y ‘El que maldiga a su padre o a su madre, será condenado a muerte.’ Pero vosotros afirmáis que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: ‘No puedo socorrerte, porque todo lo que tengo es corbán’ (es decir, “ofrecido a Dios”); y también afirmáis que ese hombre ya no está obligado a socorrer a su padre o a su madre. De esa manera invalidáis el mandato de Dios con tradiciones que os trasmitís unos a otros. Y hacéis otras muchas cosas parecidas.

No hemos cambiado mucho. seguimos dando más importancia a las normas, los cánones, los detalles, que a lo esencial. Jesús sólo nos dio dos mandamientos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Y añadió que ambos son uno solo. Pero nosotros hacemos pasar las normas por delante del Amor. Cumplir sin poner el corazón, sin amar, es hacerlo solamente con los labios. Es un cumplimiento vacío y a Dios hay que honrarlo con el corazón.

"Debe ser un problema de perspectiva. Incluso me atrevería a decir que de agudeza visual. La capacidad que tienen algunas personas de confundir lo fundamental con lo accesorio. Voy a poner un ejemplo extremo. Conocí a una persona que iba de parroquia en parroquia para oír misa y, de paso, denunciar al obispo de su diócesis cada vez que el sacerdote celebrante pronunciaba mal una palabra u omitía alguna parte mínima de la plegaria eucarística o del prefacio. Ni se le pasaba a esta persona valorar si en la parroquia había una comunidad cristiana viva, si los que participaban en la misa participaban de verdad o apenas estaba como estatuas de sal, etc. Todo eso parece que no tenía ninguna importancia frente a esas omisiones mínimas o a si había dos o tres velas en el altar o si… Este puede ser un caso extremo, es verdad. Pero he conocido a personas para las que comulgar en la mano o en la boca es la diferencia entre ser cristiano o ser un blasfemo.
Hay que apostar por centrarnos en lo que es verdaderamente importante más allá del cumplimiento de las normas. Porque las normas se puede cumplir pero a veces sin que haya nada de vida detrás. Y todo se queda en un puro “cumplo y miento”. En un cumplimiento externo que no significa nada ni implica a la persona.
Seguir a Jesús, ser cristiano, es mucho más que cumplir las normas del código de derecho canónico o las de la liturgia o las de los mandamientos de la iglesia. Es una cuestión de relación personal con Jesús, de vivir el amor fraterno, que es lo que caracteriza al Reino, que es lo que verdaderamente nos acerca a Dios, nos hace como Dios.
A los que se fijan solo en las normas, Jesús les llama con toda claridad hipócritas y les recuerda lo que dijo el profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Is 29,13). Que no caigamos nosotros en la hipocresía ni nos engañemos a nosotros mismos pensando que cumplimos las normas y que eso ya es suficiente. Sólo en el amor nos encontraremos con Dios."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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