Pero a vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os insultan. Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra, y al que te quite la capa déjale que se lleve también tu túnica. Al que te pida algo dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Haced con los demás como queréis que los demás hagan con vosotros. Si amáis solamente a quienes os aman, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡Hasta los pecadores se portan así! Y si hacéis bien solamente a quienes os hacen bien a vosotros, ¿qué tiene de extraordinario? ¡También los pecadores se portan así! Y si dais prestado sólo a aquellos de quienes pensáis recibir algo, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡También los pecadores se prestan entre sí esperando recibir unos de otros! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y dad prestado sin esperar nada a cambio. Así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Dios altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malos. Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo.
No juzguéis a nadie y Dios no os juzgará a vosotros. No condenéis a nadie y Dios no os condenará. Perdonad y Dios os perdonará. Dad a otros y Dios os dará a vosotros: llenará vuestra bolsa con una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Dios os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás.
Jesús nos enseña que no debemos llevarnos por nuestros instintos más primarios, por la violencia. Es cierto que este evangelio nos sorprende. parece que Jesús nos dice que debemos dejarnos hacer; que no hemos de reaccionar ni defendernos ante los ataques...Jesús nos dice que debemos amar como Dios nos ama. Responder con el bien al mal no es una debilidad. se necesita mucha valentía para hacerlo. Pero es cierto que todos recogemos lo que sembramos. Si sembramos Amor, recogeremos Amor. Es lo que Dios nos pide. Él que siempre nos perdona.
"Los ejemplos que encontramos en este Evangelio no siempre hay que tomárselos al pie de la letra. Por supuesto que podemos responder, en defensa propia, si nos atacan a nosotros o a los nuestros. No hablamos de eso. Lo que Jesús quiere es que sus discípulos se dejen mover por su Espíritu, por el Espíritu de Dios, que sean testigos del amor incondicional de Dios. Y para que se entienda bien, nos da los ejemplos de la bofetada, de la capa, del pedigüeño. Se trata de ser generosos, como lo es Dios con nosotros. Romper el círculo vicioso del “ojo por ojo y diente por diente” y no rehuir al que nos tiende la mano, pidiendo ayuda.
Podríamos decir que este relato es un “manual de emergencia para tiempos de crisis y para tiempos corrientes”. Es una forma de responder cristianamente a los golpes del día a día; no dejar que las debilidades o las malas jugadas de los otros nos agrien el humor; que no se nos caliente la cabeza (y la sangre) por lo que digan de nosotros, incluso si no es verdad. Esta sabiduría y este valor para vencer al mal a fuerza de bien son don del Resucitado.
¿Por qué? ¿Por qué hemos de comportarnos así? ¿Por qué dirige Jesús esta invitación a los discípulos? Porque eres hijo de Dios, y Dios es así, Dios se comporta así. Hace que salga el sol para buenos y malos, que llueva sobre los campos de los justos y sobre los de los pecadores. La pregunta de hoy es, entonces: ¿quieres ser rostro de Dios en medio de la gente? Hacen falta en nuestra sociedad esos rostros de Dios. Vive la gratuidad, vive la respuesta paradójica. ¿Por qué? Porque eres discípulo de Jesús. Y ya sabes cómo se condujo Jesús: toda su vida estuvo presidida por la gratuidad. Y la suya fue una respuesta paradójica. Conscientes de que nuestra forma de pensar sobre todas estas cosas necesita ser corregida y conscientes también de nuestra debilidad, nos disponemos a confesar la fe (en este clima de paz litúrgica) y a orar."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)
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