Después de esto escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo: Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo: ‘Paz a esta casa.’ Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles: ‘El reino de Dios ya está cerca de vosotros.
(Lc 10,1-9)
El evangelio de hoy, festividad de san Lucas, corremos el riesgo de aplicarlo a los religiosos y sacerdotes; más hoy dia con la falta de vocaciones. Sin embargo, este evangelio va dirigido a todos. Todos debemos ser obreros para recoger la miel. Todos debemos dirigirnos, como los 72 discípulos, por los caminos del mundo a proclamar la paz, con una vida sencilla y humilde. Sin creer que lo importante son los medios y olvidar, que es con nuestra vida con la que debemos anunciar el Reino.
"¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia! (Is 52,7, cf. Rm 10,15). Hoy celebramos la fiesta de san Lucas evangelista. Hasta hoy, casi dos mil años después nos ha llegado su obra y nos sigue anunciando la buena nueva del amor de Dios para todos nosotros. Los estudiosos de la Biblia, cuando nos hablan de la formación de los evangelios, explican que más que ser la obra de una persona, los evangelios son la obra colectiva de las comunidades cristianas que primero fueron transmitiendo de forma oral los relatos sobre Jesús, sus historias, sus palabras, sus gestos y que solo con el paso del tiempo se fueron poniendo por escrito todas esas historias y discursos hasta que poco a poco se fueron formando los Evangelios tal como hoy los conocemos.
Esto nos habla de muchas personas, los miembros de aquellas primeras comunidades cristianas que valoraron y atesoraron en su memoria y en su corazón todo lo que se decía y contaba de Jesús, porque éste se había convertido en el centro de su vida y en la fuente de su esperanza. No solo eso, se esforzaron porque esa buena nueva llegase hasta nosotros y fuese también para nosotros fuente de vida y esperanza.
Generación tras generación, esa palabras, primeros pronunciadas y luego escritas, han ido llegando al corazón de tantas personas que han hecho de Jesús el centro de su vida y hoy nos dan testimonio de que Jesús fue mucho más que un héroe de la antigüedad o un luchador por la justicia y la igualdad. Es todo eso y mucho más. Es el hijo de Dios, es el que nos habló del Reino. Y por él vale la pena dejarlo todo y seguirle.
Hoy es día para dar gracias. Por Lucas, por todos los que colaboraron con él en la escritura de su Evangelio y por todos los que a lo largo de estos dos mil años han puesto todo su esfuerzo para que las palabras, los gestos y la vida y muerte de Jesús llegasen a nuestro conocimiento y también a nuestro corazón. ¡Gracias!
(Fernando Torres fsc, Ciudad Redonda )
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