"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Habéis oído que se dijo: 'Ojo por ojo, diente por diente.' Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
Habéis oído que se dijo: 'Amarás a tu prójimo' y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
Las palabras de Jesús de hoy van contra nuestra lógica. La ley del talión era un logro en aquellos tiempos de los países del Mediterraneo. Aún hoy día los judíos no la siguen, considerando, que por cada soldado israelita muerto deben morir muchos palestinos más. Pero lo mismo nos sucede a nosotros. La justicia, muchas veces, demasiadas, no es sino una venganza encubierta, legal. Las cárceles, por más que digamos, las consideramos como lugares para pagar por el mal que se ha hecho, y no lugares para redimirse, para reeducarse, para reinsertarse en la sociedad.
Ya en la primera lectura el Levítico nos señala un horizonte utópico:
"Dí a toda la comunidad de israelitas: Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo."
¿Podemos ser santos como Dios? Sin embargo la exigencia de amor se limita a los nuestros:
"No te vengues ni guardes rencor contra nadie de tu pueblo"
Jesús nos repite lo mismo: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", pero extiende el amor a todos, incluso a nuestros enemigos. Y eso se nos hace difícil, incomprensible.
¿Por qué Jesús insiste en pedirnos cosas imposibles? ¿Podremos algún día ser perfectos como Dios?¿Podemos perdonar al que ha matado a nuestro hijo? ¿podemos abrazar a aquél que ha arruinado nuestra vida?
Quien dio su vida por nosotros y perdonó desde la cruz a los que le asesinaban, puede pedirnos el perdón sin condiciones. Pero hay algo más que puede tranquilizarnos. Dios, al hacerse hombre en Jesús, asumió nuestra debilidad. Sólo pide que intentemos ser perfectos. Únicamente nos pide que intentemos, que tengamos la actitud de perdonar. Él conoce nuestras debilidades. Calla y comprende al que pide venganza. Sabe esperar a que se calme y empiece a anidar en su corazón la semilla del perdón.
Quien ha sabido perdonar, conoce la paz que queda en su corazón y la felicidad que le embarga. Cristian, el prior cisterciense martirizado en Argelia, escribía unas palabras de perdón y comprensión a aquel que le cortaría la cabeza...creyendo que hacía algo bueno. Quizá esa es una de las claves que pueden ayudarnos a perdonar al enemigo. Él cree que lo que hace está bien, que es lo que debe hacer en ese momento. Imaginaos dos trincheras en la guerra. ¿Los de un lado son buenos y los de la otra trinchera son malos? Todos creen cumplir su deber y, tras cada uno de ellos, hay una familia, unas ilusiones, unas esperanzas...
Todos somos culpables de todo. Todos necesitamos ser perdonados de todo. Por eso, todos debemos hacer el esfuerzo por perdonar...Romper el mal con la fuerza del amor, rompe la dinámica de la violencia. Pero no somos capaces de comprenderlo. Eso de dar la capa al que nos roba la túnica y de poner la otra mejilla al que nos abofetea, nos parece una estupidez, una debilidad. Pero ahí reside la fuerza del Amor.
Jesús, no nos pide una perfección teórica, de libro. Nos está pidiendo que tengamos unas "actitudes" que tiendan a la perfección. Y la razón última no es porque así los demás cambiarán, nos lo agradecerán. Sino porque Dios trata igual a buenos y malos, a justos y pecadores...Porque todo hombre, por abyecto que nos parezca, tiene derecho a ser amado.
Si amamos porque aquella persona nos gusta, nos cae bien o se lo merece, nuestros amor es raquítico. El verdadero amor es un amor sin condiciones. Nuestro hermano nos está diciendo:
- Ámame cuando no me lo merezco, porque es cuando más lo necesito...Ámame sin condiciones...
Las palabras de Jesús de hoy van contra nuestra lógica. La ley del talión era un logro en aquellos tiempos de los países del Mediterraneo. Aún hoy día los judíos no la siguen, considerando, que por cada soldado israelita muerto deben morir muchos palestinos más. Pero lo mismo nos sucede a nosotros. La justicia, muchas veces, demasiadas, no es sino una venganza encubierta, legal. Las cárceles, por más que digamos, las consideramos como lugares para pagar por el mal que se ha hecho, y no lugares para redimirse, para reeducarse, para reinsertarse en la sociedad.
Ya en la primera lectura el Levítico nos señala un horizonte utópico:
"Dí a toda la comunidad de israelitas: Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo."
¿Podemos ser santos como Dios? Sin embargo la exigencia de amor se limita a los nuestros:
"No te vengues ni guardes rencor contra nadie de tu pueblo"
Jesús nos repite lo mismo: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", pero extiende el amor a todos, incluso a nuestros enemigos. Y eso se nos hace difícil, incomprensible.
¿Por qué Jesús insiste en pedirnos cosas imposibles? ¿Podremos algún día ser perfectos como Dios?¿Podemos perdonar al que ha matado a nuestro hijo? ¿podemos abrazar a aquél que ha arruinado nuestra vida?
Quien dio su vida por nosotros y perdonó desde la cruz a los que le asesinaban, puede pedirnos el perdón sin condiciones. Pero hay algo más que puede tranquilizarnos. Dios, al hacerse hombre en Jesús, asumió nuestra debilidad. Sólo pide que intentemos ser perfectos. Únicamente nos pide que intentemos, que tengamos la actitud de perdonar. Él conoce nuestras debilidades. Calla y comprende al que pide venganza. Sabe esperar a que se calme y empiece a anidar en su corazón la semilla del perdón.
Quien ha sabido perdonar, conoce la paz que queda en su corazón y la felicidad que le embarga. Cristian, el prior cisterciense martirizado en Argelia, escribía unas palabras de perdón y comprensión a aquel que le cortaría la cabeza...creyendo que hacía algo bueno. Quizá esa es una de las claves que pueden ayudarnos a perdonar al enemigo. Él cree que lo que hace está bien, que es lo que debe hacer en ese momento. Imaginaos dos trincheras en la guerra. ¿Los de un lado son buenos y los de la otra trinchera son malos? Todos creen cumplir su deber y, tras cada uno de ellos, hay una familia, unas ilusiones, unas esperanzas...
Todos somos culpables de todo. Todos necesitamos ser perdonados de todo. Por eso, todos debemos hacer el esfuerzo por perdonar...Romper el mal con la fuerza del amor, rompe la dinámica de la violencia. Pero no somos capaces de comprenderlo. Eso de dar la capa al que nos roba la túnica y de poner la otra mejilla al que nos abofetea, nos parece una estupidez, una debilidad. Pero ahí reside la fuerza del Amor.
Jesús, no nos pide una perfección teórica, de libro. Nos está pidiendo que tengamos unas "actitudes" que tiendan a la perfección. Y la razón última no es porque así los demás cambiarán, nos lo agradecerán. Sino porque Dios trata igual a buenos y malos, a justos y pecadores...Porque todo hombre, por abyecto que nos parezca, tiene derecho a ser amado.
Si amamos porque aquella persona nos gusta, nos cae bien o se lo merece, nuestros amor es raquítico. El verdadero amor es un amor sin condiciones. Nuestro hermano nos está diciendo:
- Ámame cuando no me lo merezco, porque es cuando más lo necesito...Ámame sin condiciones...
Bon día Joan Josep:
ResponderEliminarEl video que nos has puesto es u n buen ejemplo del evangewlio de hoy.
El Papa Juan Pablo II, perdonó y abrazó a su agresor.
Y el mismo Jesús, le dijo al Padre;-"Perdónalos porque no saben lo que hacen.
Una abraçada, Montserrat
Es cierto que resulta muy cuesta arriba algunas veces seguir las enseñanzas de Jesús, pero no solo en cosas grandes, sino a veces en algunas tan pequeñas comno una llamada de teléfono que hacemos encantadas a alguien con quien estamos muy unidas y nos cuesta mucho más trabajo hacerlo con alguien de quien estamos más alejadas, aunque ese alguien necesite más ese recuerdo
ResponderEliminarNo siempre nos resulta fácil cumplir sus enseñanzas, pero no por ello hay que dejar de intentarlo
Un abrazo y feliz domingo
Uff, que difícil nos lo pones hoy, con este tema...! Pero me quedo con tu última frase, que por sí sola ya da para mucho trabajo interior: " Ámame cuando no me lo merezco, porque es cuando más lo necesito...Ámame sin condiciones..."
ResponderEliminarUn abrazo, Joan.
Esto es un tratado del perdón elevado a la "siete veces siete"
ResponderEliminarCuán humilde es todo si ese perdón lo otorgáramos en cada uno de nustros comportamientos hacia el que nos ha dañado.
Valoramos las conductas sehún nos hayan hecho el bien o el mal,y así,seguiremos cojos toda la vida.
Te pego aquí algo de lo que más me impresionó y más creo en ello:" ÉL...Sabe esperar a que se calme y empiece a anidar en su corazón la semilla del perdón".
Besucos de paz
Gó
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