Por tener que asistir a unas reuniones, hasta el lunes no podré publicar nada en el blog.
Hoy os dejo este poema-plegaria de Ernst Eggman. Su provocación nos debe hacer reflexionar sobre las sutiles tentaciones que podemos encontrar disfrazadas de espiritualidad. La tentación de encerrar a Dios en una trampa. Pero sólo debemos caer en una trampa: ÉL. Lo demás es idolatría teológica.
"Donde huela a dios yo no te busco
los hombres te han tendido trampas
y éstas se han disparado
ahora te retienen en templos y textos,
te tratan de tú se sientan contigo a la mesa,
entrechocan los vasos, beben vino,
hacen contratos de seguros,
tú firmas,
por todas partes hay trampas divinas,
te seducen con candelas, frases y tocino,
doradas trampas, divinas y ruinosas,
altares antiquísimos dispersos hace tiempo por el viento
fosilizadas imágenes
fosilizadas palabras, fosilizadas
cruces, criptas y constelaciones,
lugares de peregrinación en el cosmos.
Donde huela a dios paso de largo,
sé que esquivas todas las trampas,
incluso las manos y las palabras orantes.
Sé que tú eres en nosotros,
que nos tienes presos en ti.
Sólo esto sé,
tú eres la trampa".