Una madre se acercó al Anacoreta y le dijo:
- Tengo dos hijos. A los dos los he educado con total educación. Han ido al mismo colegio, les he ofrecido las mismas oportunidades. Sin embargo son totalmente distintos. Uno es juicioso y recto y el otro un bala perdida.
Sonrió el anciano y respondió:
- No te sientas culpable. La diferencia entre uno y otro es, que uno ha sabido aprovechar las lecciones de la experiencia y el otro no.
No llega a ser del todo verdad, aquí también interviene la genética: nos parecemos nuestros mayores
ResponderEliminarSuele ocurrir que se piense en que todos los hermanos deben ser iguales,,pero cada uno es un mundo, aunque pienso que los valores inculcados están ahí.
ResponderEliminarSI no se han sabido aprovechar...ya es otra cosa.
Saludos
Gó