- Al principio todo era fácil. Todo parecía ir sobre ruedas. La gente me felicitaba, me seguían, me sentía realizado - dijo aquel apóstol al Anacoreta - pero, desde hace un tiempo me parece que trabajo para nada. Todo se ha convertido en rutina. Creo que voy a abandonar.
El anciano miró con simpatía a aquel hombre apostólico. Luego le dijo:
- Pues, deberías estar contento. Te ha llegado el momento de profundizar tu fe, de hacer más grande tu amor al Señor. No creas que se está perdiendo todo. En realidad, el señor te está llamando a progresar, a dar un paso más.
Lo miró sonriendo y concluyó:
- Has de estar atento. Mira a tu alrededor y, sobretodo, mira tu interior con la meditación. Pronto descubrirás qué nuevos pasos quiere el Señor que realices. No lo dudes. Dios pide algo más de ti...,no es momento de abandonar, sino de crecer.
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