"No penséis que yo he venido a traer paz al mundo: no he venido a traer paz, sino guerra."
Este evangelio es muy duro y, de entrada, nos deja perplejos ¿Dónde queda el Jesús que nos pide que amemos a nuestro enemigo, que pongamos la otra mejilla? ¿Dónde está el Jesús que declara bienaventurados a los pacíficos?
Jesús, en este evangelio, no nos está llamando a la guerra, sino diciéndonos, que Él siempre será signo de contradicción. Que el cristianismo no es una historia azucarada, sino que, nos guste o no, lleva en sí la cruz. A veces presentamos un mundo de rosas en que todo es "amor", todo es bonito. La realidad nos enseña que la vida es dura y que, para ser fieles a nosotros mismos hemos de luchar y sufrir. Que ser justo no es fácil y que muchas veces, precisamente por intentar ser justos, seremos incomprendidos, perseguidos y acusados.
Por eso el evangelio de hoy acaba con esta frase:
"El que recibe a un justo por ser justo, recibirá la recompensa que merece un justo. Y cualquiera que dé, aunque sólo sea un vaso de agua fresca al más humilde de mis discípulos por humilde que sea, no se quedará sin recompensa."
Bellísimo post Joao Josep. Aprovecho de antemano tu gentileza y, desde Buenos Aires, invito a todos tus seguidores a visitar mi blog www.susanatopasso.blogspot.com
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