domingo, 3 de abril de 2016

LAS LLAGAS DE JESÚS


"Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:
– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
–Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.
– Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
– Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Luego dijo a Tomás:
– Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
Tomás exclamó entonces:
– ¡Mi Señor y mi Dios!
Jesús le dijo:
– ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!
Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.

La primera lección del evangelio de hoy es, que sólo Jesús nos da paz y alegría. Aquellos discípulos miedosos, con las puertas cerradas, se llena de alegría al ver a Jesús que les dice: paz a vosotros.
Tomás no está presente. Al regresar dice que, para creer, ha de ver las llagas de Jesús. Cuando se les aparece de nuevo, muestra sus llagas a Tomás. Y este no puede más que exclamar: ¡Señor mío y Dios mío!
Hoy también tenemos a nuestro alcance las llagas de Jesús. Las llagas que le produjeron al clavarlo en cruz. Estas llagas son los hombres que sufren. Los hombres perseguidos. Los hombres tratados injustamente. Los hombres que permanecen en una soledad no buscada...Es allí donde hoy encontramos a Jesús.
Si Europa desprecia a las personas que han de huir de Siria, Afganistán, de la pobreza del Tercer Mundo, está despreciando a Jesús. Cada vez que giramos nuestra cabeza  ante el hermano que sufre, la estamos girando a Jesús. Cuando dejamos solo a aquel que nos necesita, estamos abandonando a Jesús.
La Fe no es creer en una idea, sino en una Persona. Esa Persona se nos hace presente en los hombres; sobre todo, en los hombres maltratados, en los hombres que sufren, en los hombres abandonados. Es frente a ellos que debemos exclamar: ¡Señor mío y Dios mío! 



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