"Por aquel tiempo, Jesús dijo:
- Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso. Porque el yugo y la carga que yo os impongo son ligeros."
Hoy leemos este evangelio porque es la festividad de santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia y copatrona de Europa.
Este evangelio nos dice, que la verdad la captan los sencillos y no los sabios y entendidos. Porque son los sencillos los que son capaces de conocer a Jesús y al Padre a través de Él.
Jesús tiene sus brazos abiertos a los cansados y agobiados. En ellos encontramos la paz. Seguir a Jesús no es fácil, pero su carga es ligera caminando con Él.
Catalina de Siena es un ejemplo de la auténtica vida mística: una profunda vida de oración y meditación que le lleva a entregarse totalmente a los demás. La vida en su "celda interior" le lleva a escuchar los gritos de los pobres, de los enfermos, de Jesús sufriente.
Será criticada y atacada por unos y amada y apreciada por la gente sencilla como ella. Como las mujeres de su tiempo, sin estudios, sin formación alguna, tendrá una gran influencia en la sociedad y en la Iglesia de su tiempo. Anima al papa Gregorio XI a abandonar Aviñón y regresar a Roma. Contribuye también a la paz en Italia. Ella, una mujer sencilla, insta al Papa a que reforme la Iglesia y a que en vez de hacer la guerra, luche para conseguir la paz entre romanos y florentinos.
La figura de Catalina, mujer del siglo XIV, nos dice muchas cosas a la sociedad del siglo XXI.
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