"Jesús decía:
- ¿A qué se parece el reino de Dios y a qué podré compararlo? Es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo, y que crece hasta llegar a ser como
un árbol tan grande que las aves anidan entre sus ramas.
También dijo Jesús:
- ¿A qué podré comparar el reino de Dios? Es como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para que toda la masa fermente."
Jesús compara al Reino con dos cosas muy pequeñas. La semilla de mostaza, que se transforma, pese a su pequeñez, en un árbol en el que anidan los pájaros.
La levadura, que desde el interior, hace fermentar toda la masa.
Queda claro que el Reino no es nada grandioso ni poderoso, sino algo pequeño, pero eficaz. La verdadera misión de un seguidor de Jesús, si quiere hacer grande el Reino, es la pequeña labor, constante, de cada día. Se trata de vivir profundamente el Evangelio en medio de la masa. Ser fermento que la transforme. Es el trabajo humilde, y no las acciones espectaculares, las que hacen crecer el Reino. Las grandes concentraciones, los actos multitudinarios, no trasforman. Se desvanecen como la espuma. Es el trabajo sencillo de cada día, el que logrará cambiar nuestra sociedad.
Jesús compara al Reino con dos cosas muy pequeñas. La semilla de mostaza, que se transforma, pese a su pequeñez, en un árbol en el que anidan los pájaros.
La levadura, que desde el interior, hace fermentar toda la masa.
Queda claro que el Reino no es nada grandioso ni poderoso, sino algo pequeño, pero eficaz. La verdadera misión de un seguidor de Jesús, si quiere hacer grande el Reino, es la pequeña labor, constante, de cada día. Se trata de vivir profundamente el Evangelio en medio de la masa. Ser fermento que la transforme. Es el trabajo humilde, y no las acciones espectaculares, las que hacen crecer el Reino. Las grandes concentraciones, los actos multitudinarios, no trasforman. Se desvanecen como la espuma. Es el trabajo sencillo de cada día, el que logrará cambiar nuestra sociedad.