"Un joven fue a ver a Jesús y le preguntó:
– Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para tener vida eterna?
Jesús le contestó:
– ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Bueno solamente hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos.
– ¿Cuáles? – preguntó el joven.
Jesús le dijo:
– ‘No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.’
– Todo eso ya lo he cumplido – dijo el joven –. ¿Qué más me falta?
Jesús le contestó:
– Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme.
Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico."
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Perdonad el retraso. Desde ayer por la tarde que he estado en el hospital de Belvitge con un joven rumano que trabaja n San Martí de Sesgayoles. Los médicos han dicho que si llega un día más tarde habría tenido una septicemia gravísima. Esta tarde empiezo el Retiro anual. Una buena manera de empezarlo. Pensando en los demás.
El evangelio de hoy lo dice claramente. Si queremos seguir a Jesús hemos de dejarlo todo. Pero no por el hecho de dejarlo todo, sino de estar más libres para servir a los demás.
"La medida de las buenas obras está en su relación con la bondad y la voluntad de Dios. Jesús menciona solo los mandamientos que tienen que ver con el prójimo, los cuales se convierten en obras buenas cuando están marcados por el amor. Hasta aquí llegamos casi todos los cristianos. Cumplimos más o menos los mandamientos. Pero Jesús nos propone dos pasos más para alcanzar la madurez cristiana. El primero, elegir entre el dios dinero o el Dios de Jesús. El papa Francisco dice con razón que “el diablo entra por el bolsillo”. La opción por el Dios de los pobres nos habilita para un segundo paso, el más importante, ser discípulos de Jesús. El joven rico se va entristecido porque, aunque ha escuchado el mensaje de Jesús y cree profundamente en Dios, prefiere poner su confianza en el dinero. Debemos reconocer que, en el mundo de hoy, la idolatría del dinero es una tentación que le hace real competencia a la oferta de Jesús, un discipulado al servicio de los pobres. ¿idólatras o discípulos?" (Koinonía)
El evangelio de hoy lo dice claramente. Si queremos seguir a Jesús hemos de dejarlo todo. Pero no por el hecho de dejarlo todo, sino de estar más libres para servir a los demás.
"La medida de las buenas obras está en su relación con la bondad y la voluntad de Dios. Jesús menciona solo los mandamientos que tienen que ver con el prójimo, los cuales se convierten en obras buenas cuando están marcados por el amor. Hasta aquí llegamos casi todos los cristianos. Cumplimos más o menos los mandamientos. Pero Jesús nos propone dos pasos más para alcanzar la madurez cristiana. El primero, elegir entre el dios dinero o el Dios de Jesús. El papa Francisco dice con razón que “el diablo entra por el bolsillo”. La opción por el Dios de los pobres nos habilita para un segundo paso, el más importante, ser discípulos de Jesús. El joven rico se va entristecido porque, aunque ha escuchado el mensaje de Jesús y cree profundamente en Dios, prefiere poner su confianza en el dinero. Debemos reconocer que, en el mundo de hoy, la idolatría del dinero es una tentación que le hace real competencia a la oferta de Jesús, un discipulado al servicio de los pobres. ¿idólatras o discípulos?" (Koinonía)
ResponderEliminar"Un joven fue a ver a Jesús y le preguntó:
– Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para tener vida eterna?
Jesús le contestó:
– ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Bueno solamente hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos.
– ¿Cuáles? – preguntó el joven.
Jesús le dijo:
– ‘No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.’
– Todo eso ya lo he cumplido – dijo el joven –. ¿Qué más me falta?
Jesús le contestó:
– Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme..."
Si queremos seguir a Jesús hemos de dejarlo todo. Pero no por el hecho de dejarlo todo, sino de estar más libres para servir a los demás.
"La medida de las buenas obras está en su relación con la bondad y la voluntad de Dios. Jesús menciona solo los mandamientos que tienen que ver con el prójimo, los cuales se convierten en obras buenas cuando están marcados por el amor. Hasta aquí llegamos casi todos los cristianos. Cumplimos más o menos los mandamientos. Pero Jesús nos propone dos pasos más para alcanzar la madurez cristiana. El primero, elegir entre el dios dinero o el Dios de Jesús. El papa Francisco dice con razón que “el diablo entra por el bolsillo”. La opción por el Dios de los pobres nos habilita para un segundo paso, el más importante, ser discípulos de Jesús.