Unos ocho días después de esta conversación, Jesús subió a un monte a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Y aparecieron dos hombres conversando con él: eran Moisés y Elías, que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo , que iba a tener lugar en Jerusalén. Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo:
– Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pero Pedro no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra; y al verse dentro de la nube, tuvieron miedo. Entonces de la nube salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle.”
Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.
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Los apóstoles, ante la transfiguración de Jesús, quieren construir tres tiendas y quedarse allí. Pero Jesús quiere que vuelva a la vida cotidiana. Nosotros, en nuestros encuentros con Jesús, podemos caer también, en el deseo de quedarnos siempre allí, de quedarnos inmersos en la mística. Pero Jesús quiere que volvamos a la vida normal. Quiere que transfiguremos nuestra realidad y que hagamos visible su Persona. No construyendo "templos", sino haciendo que toda la vida sea un templo. Hacer que todo transparente a Jesús. Y esto se hace entregando nuestra vida al amor. Haciendo de nuestra vida un servicio a los demás.
"La transfiguración del Señor es un momento especial en el que Jesús, desea que sus seguidores se rehagan ante el desgaste y la desilusión, que recobren fuerza y coraje para seguir adelante ante el camino doloroso de la cruz. Al permitir que estos tres apóstoles fueran testigos oculares de su gloria, Jesús ha querido permitirnos divisar borrosamente aquello que ningún ojo vio, ni oído escuchó, aquello que seremos los que escuchamos al Hijo querido del Padre. Ante la gloria de Dios el hombre se siente pobre y vacío, reconoce que nada es, sin embargo la respuesta de Dios ante la miseria humana ha sido asumirla en su Hijo amado y de esta forma revestirnos de su propia gloria. De esta forma, el hombre creado a imagen y semejanza de Dios se convierte en la gloria de Dios aquí en la tierra. Somos invitados a “transfigurar” nuestras realidades cotidianas. No nos desanimemos pues es cierto que no podremos cambiar el mundo pero sí tus espacios comunitarios y personales. ¿Recuerdas algún momento de “transfiguración” en tu vida cotidiana?" (Koinonía)
"...Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Y aparecieron dos hombres conversando con él: eran Moisés y Elías, que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo , que iba a tener lugar en Jerusalén. Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo:
ResponderEliminar– Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pero Pedro no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra; y al verse dentro de la nube, tuvieron miedo. Entonces de la nube salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle.”
Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto..."
Pero Jesús quiere que vuelva a la vida cotidiana. Nosotros, en nuestros encuentros con Jesús, podemos caer también, en el deseo de quedarnos siempre allí, de quedarnos inmersos en la mística. Pero Jesús quiere que volvamos a la vida normal. Quiere que transfiguremos nuestra realidad y que hagamos visible su Persona. No construyendo "templos", sino haciendo que toda la vida sea un templo. Hacer que todo transparente a Jesús. Y esto se hace entregando nuestra vida al amor. Haciendo de nuestra vida un servicio a los demás.