"¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que sois como sepulcros blanqueados, hermosos por fuera pero llenos por dentro de huesos de muerto y toda clase de impurezas. Así sois vosotros: por fuera, ante la gente, parecéis buenos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y maldad.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construís los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos funerarios de los hombres justos, y luego decís: ‘Si hubiéramos vivido en los tiempos de nuestros antepasados, no los habríamos ayudado a matar a los profetas.’ Con esto, vosotros mismos os reconocéis descendientesx de aquellos que mataron a los profetas. ¡Acabad de hacer, pues, lo que vuestros antepasados comenzaron!"
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En nuestro tiempo también damos mucha importancia a las apariencias. Creemos que la imagen que damos somos nosotros. E igualmente juzgamos a los demás por lo exterior, sin intentar conocer lo que hay realmente en su corazón.
Si queremos ser verdaderos seguidores de Jesús, nuestros actos se deben corresponder con lo que hay en nuestro corazón. Un corazón en que debe reinar la bondad y el amor.
"Al igual que en las anteriores denuncias, Jesús llama la atención por la incoherencia entre la apariencia y la realidad. Entrar en contacto con una tumba producía impureza, por esto, en Pascua se tenía la costumbre de blanquearlas para embellecerlas y señalarlas externamente. A pesar de la belleza externa, por dentro los sepulcros seguían llenos de huesos impuros. La gravedad de la acusación no es solo que los fariseos, que presumen de pureza, sean una fuente de impureza, sino que logren con sus artimañas, que la gente no se dé cuenta. A lo largo de la historia de Israel, Dios suscitó profetas que fueron rechazados y asesinados. Los descendientes, desconociendo parte de la culpa, les construyen hermosas tumbas. Jesús les recuerda que la mejor manera de rendir culto a la memoria de los profetas no es la belleza externa, sino hacer lo que ellos profetizaron, de otra manera, seguiremos asesinando espiritualmente a los profetas. La incoherencia de vida cristiana es un pecado mortal que sigue mancillando la misión y la credibilidad de la Iglesia." (Koinonía)
Si queremos ser verdaderos seguidores de Jesús, nuestros actos se deben corresponder con lo que hay en nuestro corazón. Un corazón en que debe reinar la bondad y el amor.
"Al igual que en las anteriores denuncias, Jesús llama la atención por la incoherencia entre la apariencia y la realidad. Entrar en contacto con una tumba producía impureza, por esto, en Pascua se tenía la costumbre de blanquearlas para embellecerlas y señalarlas externamente. A pesar de la belleza externa, por dentro los sepulcros seguían llenos de huesos impuros. La gravedad de la acusación no es solo que los fariseos, que presumen de pureza, sean una fuente de impureza, sino que logren con sus artimañas, que la gente no se dé cuenta. A lo largo de la historia de Israel, Dios suscitó profetas que fueron rechazados y asesinados. Los descendientes, desconociendo parte de la culpa, les construyen hermosas tumbas. Jesús les recuerda que la mejor manera de rendir culto a la memoria de los profetas no es la belleza externa, sino hacer lo que ellos profetizaron, de otra manera, seguiremos asesinando espiritualmente a los profetas. La incoherencia de vida cristiana es un pecado mortal que sigue mancillando la misión y la credibilidad de la Iglesia." (Koinonía)
"...Ai de vosaltres, mestres de la Llei i fariseus hipòcrites !, que sou com sepulcres blanquejats, bells per fora però plens per dins d'ossos de mort i tota classe d'impureses. Així sou vosaltres: per fora, davant la gent, sembleu bons, però per dintre sou plens d'hipocresia i maldat..."
ResponderEliminarSi volem ser veritables seguidors de Jesús, els nostres actes s'han de correspondre amb el que hi ha en el nostre cor. Un cor en què ha de regnar la bondat i l'amor. LA VISIÓ PROFÈTICA, RAU EN AQUELLS QUE NO "SURTEN"... i no per "l'humilitat apresa"
Efectivamente, las apariencias nos pueden engañar. Por eso, generalmente, no estoy de acuerdo con ese dicho de que la primera impresión es la que cuenta.
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