Llegó a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía:
– ¿De dónde ha sacado este todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer tales milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? Y su madre, ¿no es María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
57 Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo:
– En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa.
Y no hizo allí muchos milagros, porque aquella gente no creía en él.
Lo tenían a su lado y no lo reconocían. Siempre solemos infravalorar a los que nos rodean. Nosotros tenemos también a Jesús a nuestro lado, en el corazón de todas esas personas sencillas que están junto a nosotros. Pero no lo sabeos ver. Está en aquellas personas que se acercan a pedirnos ayuda, pero no lo vemos. Está en los que sufren, en los enfermos, en los perseguidos. ¿Hasta cuando durará nuestra ignorancia?
"La incomprensión e incredulidad hacia Jesús lleva a la misma gente cercana a Él a rechazarlo y cuestionar su valía al mensaje que proclamaba. Jesús no es el primer profeta rechazado, ya Jeremías había sufrido algo muy parecido en su momento y por lo mismo en nuestro tiempo, cuando ejercemos nuestro ser profético exhortando, anunciando o denunciando, no nos sintamos desanimados cuando, como a Jesús o los profetas, nos rechacen hasta los más cercanos en quien creíamos podíamos sentir seguridad. El problema es que la gente no esperaba en tiempos de Jesús, de Jeremías o en los nuestros que podamos hacer “hazañas” fuera de nuestra capacidad que ellos piensan tenemos. Cuán fácil es juzgar por la apariencia pero cuán engañoso es. En nuestros ambientes el apellido o el origen tienen más peso que lo que uno es o hace. Caemos en el mismo error de todos los tiempos: “¿De dónde saca todo esto?” Abramos nuestro corazón a la sabiduría que habita en todos. ¿Cuántas veces me dejo seducir por las apariencias?" (Koinonía)
"...No nos sintamos desanimados cuando, como a Jesús o los profetas, nos rechacen hasta los más cercanos en quien creíamos podíamos sentir seguridad..."
ResponderEliminarLlegó a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía:
– ¿De dónde ha sacado este todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer tales milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? Y su madre, ¿no es María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
57 Y no quisieron hacerle caso.