lunes, 30 de noviembre de 2020

EL ANACORETA Y EL ADVIENTO


Sentados bajo la palmera, comían frugalmente como siempre. Llegó un caminante agotado. El Anacoreta lo atendió inmediatamente. Lo acomodó a la sombra de la palmera, le dio agua de la fuente y compartió con él la comida. Venía de lejos y se dirigía a la ciudad a visitar a un familiar enfermo.
Cuando acabó de comer y reposó un rato, se levantó, dio las gracias y siguió su camino hacia la ciudad.
El Anacoreta, mientras lavaban sus escudillas, dijo a su joven seguidor:
- Ha sido una buena manera de empezar el Adviento.
El joven no dijo nada, pero lo miró con extrañeza. El anciano sonrió y dijo:
- Adviento es el tiempo litúrgico de espera al Nacimiento del Señor, a la Navidad. Nos preparamos para recibirlo. Pero, ¿sabes una cosa? Adviento es cada día. Cada mañana al levantarnos, debemos esperar encontrarnos con el Señor. Él vendrá a nosotros con la luz del sol o la lluvia que riega los campos. Con el frío, con el calor, con la naturaleza... Pero sobre todo, viene a nosotros en el otro. ¿Quién crees que era este caminante? Cada día llega a las costas de Europa en los inmigrantes. Por eso no podemos llamarnos cristianos, seguidores de Jesús, si no lo vemos en ellos y los acogemos.
Guardó unos instante de silencio y concluyó:
- Nuestro Adviento litúrgico es pura comedia, si en nuestro cada día no esperamos a Jesús y no sabemos verlo en el otro, y, sobre todo, si no sabemos acogerlo...si no lo amamos...     

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