¡No nos envíes, Señor!
Ya nos conoces,
somos débiles e indecisos,
fuertes en palabras
pero huidizos
cuando hay que comprometerse.
¡No insistas más, por favor!
¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para oponernos
con toda la fuerza
de nuestra inteligencia y de nuestra acción
en todo aquello que insiste
en hacer de los hombres
seres dependientes como robots
a los que se puede manipular?
¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para despertar la dignidad
de los abatidos y humillados,
permaneciendo a su lado
para que tomen conciencia
que también ellos comparten
los derechos de todos los hombres?
¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para engendrar esperanza a los que
viven en la miseria y el abandono,
inventando con ellos los medios para vivir
con la firmeza y el orgullo
de todos los seres humanos?
¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para librarnos a nosotros mismos
y revelar así tu presencia
entre los hijos de los hombres marginados,
para que se sientan
por siempre hijos de Dios?
¿Insistes, Señor?
¡Entonces, envíanos!
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