En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es.
"Hoy el evangelio nos vuelca sobre la entrega que Jesús padeció a manos de Judas. En el relato de Mateo la traición pone el telón de fondo para la celebración pascual de Jesús con los suyos. Se entrevé una paradoja: mientras en la Pascua se celebra la liberación nacional de la esclavitud, Jesús será apresado para someterlo a la muerte. Es como si él fuera el traidor, un enemigo nacional. Por otra parte, celebrando Jesús con sus allegados, se deja oír esa nota discordante que trae dolor. La celebración deviene en tristeza e inseguridad para los comensales, cuando el Señor revela la traición al grupo. Entonces, su voz no recoge lo anunciado, sino que lo certifica con tono duro por lo inevitable. El traidor es comensal a su mesa y allí también come el Hijo del Hombre; la entrega está por consumarse.
Las palabras de Jesús cimbran la fe del creyente ante la traición inminente: ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! Pero Jesús ha entregado su vida para rescatar esa vida también, junto con la tuya y la mía." (koinonía)