jueves, 3 de octubre de 2024

PORTADORES DE PAZ

 


Después de esto escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo: “Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo: ‘Paz a esta casa.’ Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles: ‘El reino de Dios ya está cerca de vosotros.’ Pero si llegáis a un pueblo y no os reciben, salid a las calles diciendo: ‘¡Hasta el polvo de vuestro pueblo que se ha pegado a nuestros pies nos lo sacudimos en protesta contra vosotros! Pero sabed que el reino de Dios está cerca.’ Os digo que, en aquel día, el castigo de ese pueblo será más duro que el de los habitantes de Sodoma.

Al igual que a los apóstoles, a los 72 discípulos les dio los mismos consejos. Debemos tenerlos en cuenta en nuestra misión.
- Que no debemos dar importancia a las cosas materiales. No son las estructuras, los medios lo que harán que nuestra misión tenga éxito. Es a Jesús a quién debemos llevar con nosotros.
- Que debemos ser mensajero de paz. Llevar la paz, tan necesaria hoy, allá a donde vayamos. 
- Que debemos curar, librar del mal a los que nos rodean. 
Y todo esto no debemos hacerlo solos. Los manda de dos en dos. Nuestra misión siempre ha de ser comunitaria.

"Hay que ir ligero de equipaje no sea que carguemos con tantas cosas, materiales o de otra índole, que dificulten y retarden la marcha.
Un aviso sorprendente que incluso parece algo mal educado: no saludéis a nadie por el camino. Pero en aquel contexto histórico, geográfico y cultural tiene una explicación. El saludo no consistía meramente en un “buenos días” sino en una parada dilatada de hasta varias jornadas.
Quedaos en donde os reciban y adaptaos a lo que hay. Es decir, aceptar y acoger su cultura, sus costumbres, sus normas no escritas… aunque la fe en Jesucristo que prediquéis los lleven a cambiar en según que aspectos…
Donde os reciban, curad a los enfermos. Es decir, el anuncio de la salvación tiene que acompañarse con bondad y entrega. Si decimos que Dios nos ha dado el mandato de amar, hay que ser consecuentes.
Y sed firmes y tenaces en la proclamación. Si os rechazan, tal vez por la sospecha de que queréis aprovecharos de ellos, demostrad que no os vais a llevar ni el polvo adherido a vuestros pies y dejad claro el anuncio del Reino que ha llegado para todos en Jesucristo."
(Virginia Fernández, Ciudad Redonda)

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