lunes, 7 de octubre de 2024

VER A JESÚS EN EL OTRO

 


Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerle a prueba le preguntó:
– Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús le contestó:
– ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?
El maestro de la ley respondió:
– ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo.’
Jesús le dijo:
– Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida.
Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:
– ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús le respondió:
– Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos bandidos. Le quitaron hasta la ropa que llevaba puesta, le golpearon y se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente pasó un sacerdote por aquel mismo camino, pero al ver al herido dio un rodeo y siguió adelante. Luego pasó por allí un levita, que al verlo dio también un rodeo y siguió adelante. Finalmente, un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, le vio y sintió compasión de él. Se le acercó, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó. Luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, el samaritano sacó dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: ‘Cuida a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi regreso.’ Pues bien, ¿cuál de aquellos tres te parece que fue el prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
El maestro de la ley contestó:
– El que tuvo compasión de él.
Jesús le dijo:
– Ve, pues, y haz tú lo mismo.

La parábola de hoy nos muestra, que la misericordia no está unida a la religión, a la raza , a la nacionalidad. El samaritano auxilia al hombre herido y el sacerdote y el levita no. Hoy también sucede que personas que no se consideran creyentes ayudan a las víctimas de la guerra, a los desplazados, a los sin papeles...y otras, que son creyentes, no lo hacen. En otro lugar Jesús dijo: "porque tuve hambre y me disteis de comer..." Tanto los que dieron de comer al hambriento como los que no, quedan sorprendidos. ¿Cuando comprenderemos que ayudar al perseguido, al hambriento, al desplazado...es ayudarlo a Él? ¿Cuando entenderemos que Jesús está en el otro?
 
"(...) Jesús tiene toda la fuerza del mundo para «imponer» el evangelio por decreto ley, porque sí, porque yo soy el que mando, y, sin embargo, procede por la vía de la seducción. Lo comprobamos en el evangelio de hoy. Más que la parábola del buen samaritano en sí misma podemos fijar nuestra atención en las preguntas que Jesús hace al Maestro de la Ley: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? Y también dos recomendaciones: «Haz esto y tendrás la vida», «Anda, haz tú lo mismo».
Jesús no cuenta la parábola para humillar al maestro de la ley, sino para conectar con lo mejor de este hombre, para abrirle un horizonte más amplio, para hacerle ver la buena noticia, con la que «tendrá vida».
¡De qué manera tan distinta sonaría el evangelio en nosotros si surgiese de este modo y no como un arma arrojadiza al servicio de nuestros intereses, por nobles que aparezcan, sino como un instrumento de liberación, una manifestación del amor de Dios que quiere llegar al corazón de cada uno, que quiere “que todos los hombres de salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Nunca desde la imposición o el acorralamiento, sino desde la libertad y es descubrimiento personal. (...)"
(Ciudad Redonda)

No hay comentarios:

Publicar un comentario