Al salir de misa el Anacoreta dijo a su joven seguidor:
- Celebramos san Andrés. Cae bien esta fiesta en Adviento. Jesús encuentra a Andrés y le dice: "Ven, sígueme y te haré pescador de hombres..."
El joven añadió:
- Y dejó las redes y lo siguió.
El anciano sonrió y exclamó:
- ¡Exacto! Reflexionamos en estos días sobre la espera del Señor, sobre su llegada...Y olvidamos que Él aparece cuando menos los esperamos y que nuestra respuesta ha de ser, la de dejarlo todo y seguirle.
Guardó un rato de silencio y luego prosiguió:
- Adviento son días de encuentro. Es ese tiempo para decidirnos a dejarlo todo, dar un salto en el vacío, confiando en que Él está ya aquí con nosotros...
Luego se sentó en un banco y dijo:
- Una vez aprendí este poema. Es un buen momento para recordarlo:
"Llega de día, llega de noche.
Se le espera por la puerta, llega por la ventana.
Le buscamos con alegría, llega con su cruz.
Estamos en guardia, nos llama desde dentro.
Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.
Llega en la abundancia
y más todavía en la pobreza.
Llega cuando triunfamos
y nos acompaña en los fracasos.
Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera.
Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.
Llega también en la multitud y el ruido.
Llega para dormirnos y para despertarnos.
Llega através de todas las caras que encontramos
a lo largo del día en nuestro camino.
Llega en el desierto de manantiales inciertos,
en las estepas de desconocidos pozos,
en los bosques frondosos en que nos perdemos,
en las altas cumbres que hollamos,
y en los valles que nos dan vértigo.
Llega a cada instante.
Llega en cada lugar.
Allí donde estamos, está.
Fiel a tu palabra
ya estás esperándonos."