Estos días, en casi todas las poblaciones se celebran las fiestas de Carnaval con sus rúas, disfraces, bailes...En nuestras escuelas los niños hace días que preparan sus disfraces. No entraré en el valor educativo o no, de estas actividades. Supongo que, como muchas cosas en pedagogía, casi todo depende de la habilidad del profesor, de cómo lo enfoque y lo transmita a los niños...
El origen de estas fiestas es curioso. Era algo así como el derecho al pataleo de una sociedad, que se encontraba a las puertas de la obligación de ayunar, no comer carne, hacer penitencia...¡En tres días hagamos lo que no podremos hacer en cuarenta!
Queda claro que estas fiestas han perdido su motivo. Casi nadie de los que la celebran, van ahora a ayunar, a hacer penitencia, a no comer carne unos días determinados porque se lo mande alguien...Pero también se celebra la Navidad sin creer en nada de lo que se conmemora esos días...
Uno de los atractivos de estos días es el disfrazarse. Nos gusta desde niños...Quizá porque la personalidad infantil está por construir y se sienten alguien adoptando la de otros...
Crecemos y seguimos en lo mismo. Es más, la sociedad nos obliga a llevar máscara, a representar un personaje. Se trata de ser lo que la sociedad quiere que seamos. Se trata de decir lo que es políticamente correcto. Hay que opinar lo que los media nos marcan. Al que se sale del guión, o se le margina o se le ataca claramente y se le destruye.
Internet es un medio ambivalente. El hecho de sentarse ante una pantalla en blanco, aunque detrás se encuentre la posibilidad de miles de seguidores, nos facilita la sinceridad. Pero, por otro lado, el anonimato, propicia que nos fabriquemos una careta, un personaje a nuestra medida. Esto lo sabemos todos. Lo grave es, que hay quien se aprovecha de esto y se dedica a revolver el ambiente, hasta el punto que los que no llevan disfraz pasan por falsos y los enmascarados pasan por auténticos.
Pero el carnaval pasa, tiene su fin. Entonces sólo queda un suelo lleno de restos de confetti y serpentinas y las máscaras en el cubo de la basura...Nosotros, desnudos como nacimos...Lo que somos...
Todo tiene su fin, y las máscaras, terminan cayendo solas, o nos la quitan ...descubriéndose entonces la realidad que hay debajo , que es la que queremos ocultar a los demás.Un abrazo.
ResponderEliminarNunca me han gustado las máscaras sin embargo, no conozco a nadie que no use unas cuantas. Y, obviamente, en este estado evolutivo en el que me encuentro, también tengo las mías propias.
ResponderEliminarHay quien dice hablar desde el corazón, cuando quien habla es su propio yo pequeño, su ego.
El trabajo es reconocer qué personajes estamos adoptando y por qué... y una vez que resolvamos esto, irnos quitando capas.
Otro problema es que los demás, en su afan de etiquetar o debido a prejuicios, nos encasillen o nos adjudiquen un personaje qeu no somos y fabriquen expectativas sobre ese personaje.
En fin, qeu me lio.. y ya sabes qué quiero decir.
Un Abrazo Joan.
No lo se pero llega un momento que no se save si es la mascara oh tu verdadero rostro.
ResponderEliminarLa politica es una mascara, las relaciones con los demas son mascaras: porque cuando nos ponemos violentos, se nos caen todas.
Cada uno tiene su propio catalizador, que amortigua las relaciones: ¿en forma de careta? que mas dá: si es bueno que asi sea! una abraçada
Detrás del ordenador está una persona.
ResponderEliminarSI aquí se comporta de forma enmascarada,es porque en su vida real también lo hace.
La buena voluntad,la sinceridad y honestidad ,no cambian por un medio que puede ser una pantalla o el anonimato y si cambia,es porque nunca lo hubo.
Besucos
Gó
YO soy muy refranera, supongo que hay algo de herencia de abuela y madre, y hay uno que dice que "la verdad siempre triunfa", aunque el faltar a ella deje demasiados destrozos por el camino
ResponderEliminarNo es lo mismo disfrazarse y ponerse una máscara en carnaval o en una fiesta, que vivir
escondido detrás de una ellas, seguro que quien lo hace así tiene poco que aportar al resto
Un abrazo