Tras escuchar el evangelio del día el joven que le seguía preguntó al Anacoreta:
- Si los fariseos cumplían la Ley, iban a rezar al Templo, leían las escrituras, ¿por qué Jesús los atacaba y decía que había que ser mejores que ellos?
El anciano sonrió afablemente, colocó sobre la mesa el frugal desayuno que había preparado para ambos, se sentó y dijo:
- Porque una cosa es la moral y otra la bondad.
El joven, que de momento no entendía nada, esperó que el Anacoreta se explicara, mientras ambos desmenuzaban unos mendrugos de pan duro sobrantes del día anterior, en el interior de la taza de leche. El Anacoreta levantó la mirada y prosiguió:
- Se puede ser una persona con una moral perfecta, como los fariseos, y no ser una persona buena. Jesús nos dice que hemos de ir más allá de la moral e introducirnos en el campo de la bondad.
Hizo una pausa.
- Nos dijo: "Sed buenos como vuestro Padre celestial es bueno". No nos dijo, sed morales, sed observantes, cumplidores...
El joven, que vio contrariado que el tarro de nescafé se había acabado, preguntó:
- Y ¿qué diferencia hay entre cumplir la moral y ser bueno?
Sonrió el Anacoreta, mientras se preguntaba de dónde sacaría otro tarro de nescafé para el desayuno, y respondió:
- Es cuestión de actitud. Mira, la moral obliga, la bondad facilita. La moral impone, la bondad seduce. La moral condena, la bondad no juzga. La moral "cumple", la bondad intenta hacer más. La moral da lecciones, la bondad da confianza. La moral hace orgulloso al que cumple, la bondad hace humilde al que intenta seguirla.
Guardaron los dos un rato de silencio. El joven que se había acabado su taza de leche con mendrugos duros de pan, dijo:
- Sí, pero, ¿cómo puedo saber si soy un fariseo moralista o un seguidor de la bondad de Jesús?
Volvió a sonreír el Anacoreta mientras alargaba un paquete de galletas, que sacó de no se sabe dónde, al joven, que evidentemente se había quedado con apetito, y respondió:
- El moralista se da cuenta pronto de que es imposible cumplir la moral en su totalidad y cada fallo que comete parece que le hunda en el fracaso total y que tenga que empezar cada vez de nuevo. El bondadoso también repara en que la bondad es inalcanzable, pero en vez de mirar sus fracasos, toma cada pequeño logro como un paso más en el camino hacia la perfección.
Miró al joven y concluyó:
- Jesús no nos pide que sigamos una ley impuesta desde el exterior, sino que nos dejemos llevar por el Espíritu.
Y recogieron la mesa y se fueron a lavar las tazas y los cubiertos...
Buena lección de bondad le dió el Anacoreta, la moral es la teoría fría, y la bondad es la práctica sin autojuzgarse por los fracasos, sino caminando paso a paso hacia la perfeccción.Un abrazo.
ResponderEliminarEhhhhhhhhhhh, tengo una sonrisa de oreja a oreja al ver de nuevo a nuestro Anacoreta en acción, me encanta que haya ganado el maestro y no el fantasma, asi todos ganamos, un abrazo y miles de besosssssssssssss
ResponderEliminarEl abrazo es de la sirena, que está muy contenta de ver de nuevo la cueva habitada y le ha dicho al maestro que le da una abrazo porque la moral es como un corsé, no le cabe a todo el mundo, la bondad es como un abrazo, más que menos, se puede abrazar a todo el que se quiera...
ResponderEliminarUn moralista, es mas facil que llegue ha ser un dictador,y un asesino: que un bondadoso llegue ha ser cruel.Leo atentamente las palabras del anacoreta; una abraçada
ResponderEliminar( pssssss, dejo trás los libros, en la estanteria de arriba, dos botes de Nescafé y una cajita de galletas. Me apena que el joven tome mendrugos)
ResponderEliminarMira Joan, creo que, si me salvo de esta, me voy a largar a una cueva, y que le den a los moralistas. Mucha moral, mucha moral y con el dedo acusador siempre tieso ( jeje) Ale, me voy a pedir y regalar abrazos gratis y cálidos.
Besitos con bizcocho de azúcar morena ( acabo de hacerlo)
Como dice Susurros, esta entrada recuerda un poco a la Cueva..., a mi también me gusta y casi no tengo nada nmás que añadir, siempre me quedaré con la bondad que facilita, antes que con la moral que obliga
ResponderEliminarUn abrazo
Aunque parezca una contradicción, por la propia definición de moral, muchas veces llamamos inmorales a los que no profesan nuestra moral; y es ahí donde la bondad aclara qué es realmente bueno en sí mismo y qué no lo es.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.