La liturgia de hoy nos habla de Jonás. La primera lectura un fragmento de ese libro y el evangelio mostrándonos a Jesús, que responde a los que quieren una gran señal, que sólo tendrán la de Jonás. Siempre se comenta atribuyendo esta señal a los tres días en el sepulcro y la posterior resurrección. En realidad el Libro de Jonás es una gran metáfora y la señal de Jonás es mucho más amplia, que la muerte y resurrección. La señal más importante de Jonás, es que nos muestra que Dios es compasivo, clemente, paciente y misericordioso. Nos enseña que la salvación está destinado a todos
Siempre asociamos Jonás a la ballena o al monstruo marino. Sin embargo toda el libro de Jonás no tiene desperdicio.
Nos encontramos con un profeta gruñón, rebelde. Dios lo manda a Nínive, a predicar a los paganos. Los profetas siempre predicaban al Pueblo. Y se niega. Toma la dirección contraria. De ahí el naufragio y la ballena. La segunda vez va a Nínive. Predica y toda la ciudad se convierte. Dios se desdice de su castigo al ver la conversión. Y ahí está nuestro profeta, que en vez de alegrarse, agarra un gran cabreo:
" Jonás sintió un disgusto enorme. Irritado, rezó al Señor en estos términos:
- ¡Ah, Señor, ya me lo decía yo cuando estaba en mi tierra! Por algo me adelanté a huir a Tarsis; porque sé que eres un Dios compasivo y clemente, paciente y misericordioso, que te arrepientes de las amenazas. Pues bien, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir."
Es entonces cuando Dios le da la gran lección del ricino. Jonás contemplaba desde la montaña la ciudad, esperando su destrucción. Dios, para que no tuviera calor hizo brotar un ricino que le daba sombra. Y luego un gusano que fue corroyendo la planta hasta matarla, dejando sin sombra a Jonás. Y, naturalmente Jonás se lamenta por la muerte del ricino. Dios le dice:
"- Tú te apiadas de un ricino que no te ha costado cultivar, que una noche brota y otra perece, ¿y yo no voy a apiadarme de Nínive, la gran metrópoli, que habitan más de ciento veinte mil hombres que nos distinguen la derecha de la izaquierda, y muchísimo ganado?
Nosotros predicamos conversión...y luego nos enfadamos si se convierten, porque no son de los nuestros. Andamos preocupados por nuestras "cosas", por nuestro ego, por nuestra "perfección" y no nos damos cuenta de que los otros se han convertido, han cambiado, han entendido el amor mejor que nosotros.
Nosotros seguimos excomulgando, condenando, lanzando anatemas...Dios es compasivo y clemente. Paciente y misericordioso. Nosotros somos mezquinos y egoistas. No es de extrañar que se nos seque el ricino...
Buenas tardes Joan Josep:
ResponderEliminarNosotros somos humanos, y a veces queremos tener la razón y cometemos tantos errores.
Dios es Sabiduría.
Com sempre lleginte reflexiono de coses, que si no fos per tu no pensaría.
Una abraçada en Crist, Montserrat
No deja de ser una lección, y esta en nosotros sacar el provecho,reflexionando, y madurandolo.
ResponderEliminarComo siempre es el modo de ser de las personas, que lo hacen mas facil ho dificil. una abraçada
Ai, ai, ai, quina gràcia que hagis esmentat el ricí: és la planta més verinosa que existeix. Fa pocs dies m'ho explicava un metge amic mentre parlàvem de verins. Quina casualitat. Pobre Jonàs, si s'arriba a menjar les llavors... No al·lucinaria, com santa Teresa amb l'estramoni, sinó que hauria mort fulminat. Quines coses.
ResponderEliminarM'afalaga que hagis llegit el meu amic Severià... Ell és senzill i amb poca cosa en té prou al final de la seva vida. Moltes gràcies, Joan Josep.
Però, què vols dir amb això que el teu anacoreta agonitza? M'has deixat intranquil·la.
Una abraçada.
Seguimos apartando de nuestro lado lo que nos conviene. Llamamos a la puerta de los demás... pero los ignoramos, con un silencio los dejamos en el mismo olvido.
ResponderEliminarTodos actuamos así... apreciado Joan.
Si Dios se pusiera uno por uno a ablandar nuestra terquedad, quizá no quedaría títere con cabeza:)
ResponderEliminarY es que siempre volvemos a los mismo, a lo de la paja en el ojo ajeno.
Un abrazo
Pablo.