En la comunidad del Anacoreta, vivía un hermano sordo como una tapia. Y para colmo, casi siempre llevaba el sonotone desconectado. Como además era una persona a la que le gustaba mucho hablar, se producían muchas situaciones cómicas, en las que, mientras unos hablaban de un tema, el seguía a su bola, mezclándose sujetos contrapuestos. Tras una de esas situaciones, el Anacoreta dijo riendo:
- Lo peor son las sorderas institucionales...
El joven seguidor miró sorprendido:
- ¿Y eso qué es?
Volvió a reír el anciano y se explicó:
- ¿No has escuchado el evangelio de hoy, en que Jesús nos invita a no hacernos llamar maestro, ni padre, ni instructor? Pues mira el caso que hemos hecho. Padres, monseñores, eminencias, excelentísimos, reverendísimos, sus santidades...Todo menos lo que Él quiere que nos llamemos, hermanos...
Y levantándose, concluyó:
- A eso llamo sordera institucional...En vez de una Comunidad de hermanos, en las que todos seamos iguales, hemos montado toda una jerarquía dividiéndonos entre los de arriba y los de abajo. Los que mandan y los que han de obedecer...Justo lo contrario que quería Jesús: que nos ciñéramos una toalla a la cintura y laváramos los pies a los demás...
Hola Joan Josep.
ResponderEliminarI menos mal que ja no tenim qaue besar la má als capellans.
Ni tenim que portar la mantellina, per entrar el templa.
saps que m´agrada molt com cantga el Padre Jony, Pescador de hombres.
Una abraçada en Crist, Montserrat
Jejeje, muy bueno hoy el Anacoreta!!!, miles de besosssssssssssss
ResponderEliminarPues aqui falla algo, y muy gordo, y estoy seguro que no es el PARE MANEL.
ResponderEliminarIciste una entrada referente ha la moral y la vondad, nunca mejor egemplo, al menos para los que no creemos en la gerarquia, una abraçada
Y aquel a quien la naturaleza no le dió sordera... se pone unos tapones de cera y se queda tan contento.
ResponderEliminarOlvidaste que el poder, aunque sea el de unos botones dorados, es el que manda ?
El hombre necesita sentirse importante, aunque sea matando de hambre a los demás.
Bueno, así lo ve esta mujer.
Un beso, de hermana. (jeje)
Menos mal que todavía quedan quienes se ciñen la toalla y no les importa arrodillarse para lavar los pies a sus hermanos, me quedo con sus vidas como referente de lo que quería Jesús que fuéramos y que hiciéramos
ResponderEliminarUn abrazo