Llegaron a oídos del Anacoreta y de su joven seguidor unos hechos, que hicieron exclamar al joven:
- ¡Nunca habría pensado esto de esa persona!
Sonrió el anciano y dijo:
- Nunca acabamos de reconocer que el otro es un misterio. Creemos conocerlo y no es cierto. Es más, es imposible conocer totalmente al otro. Por eso siempre nos sorprenden las reacciones de los demás. Creemos conocer perfectamente al otro, porque creemos que lo dominamos, pero no es cierto.
Miró por la ventana y siguió diciendo:
- Es más creo que el secreto de una buena relación es el saber respetar los límites del secreto del otro. Dejarle esa intimidad, ese rincón de privacidad en el que sólo él puede entrar y es el amo y señor...Precisamente es ahí donde se le manifiesta Dios..., pero esa es otra cuestión de la que hemos de hablar un día...
En eso estoy de acuerdo.Respetar esa parte esencial de la otra persona.Es su alma ,es su rincón ,es su cajón de secretos,es su lugar de soledad..
ResponderEliminarBesucos
Gó
Y todo aquel que entra sin ser invitado, de forma importinente o,lo que es peor, amenazando con limpiezas, lo enviamos al otro lado de nuestra existencia. Me gusta ese misterio pequeño que solo nos pertenece a nosotros mismos. Me gusta esa parte que queda lejana al resto y nos permite aislarnos sin sentirnos vacios ... ser, sin ser vistos.
ResponderEliminarSonrio, tienes razón en tu afirmación ; es un lugar tan poco habitado, tan "casi" solitario, que es un placer entrar y permanecer en el.
Un beso grande