"Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.
A los ocho días circuncidaron al niño y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre que el ángel había dicho a María antes de que estuviera encinta."
La Iglesia empieza el año festejando a María Madre de Dios. Theotokos la llamaban los griegos. Con este título bastaría para honrarla. María, madre de aquel pequeño niño que nace en la pobreza, nos da a Dios a todos los humanos. Ahí está su grandeza.
Este corto evangelio de hoy, primer día del año, nos indica el camino que debemos seguir.
Primero los pastores. Fueron corriendo. Ante Jesús no hay excusas, nada que pueda retenernos. Hemos de ir corriendo. Y no olvidemos que Jesús nace en cada persona que sufre, en toda persona abandonada...Como los pastores, debemos dejarlo todo e ir hacia nuestros hermanos...Allí descubriremos la alegría del servicio y del amor. Tendremos la seguridad de que lo hemos visto, de que hemos estado junto a Él...
El segundo camino nos lo enseña María. Ella guardaba todas estas cosas en su corazón. Entrega a los demás y entrada en nuestro interior. Son los dos caminos complementarios para encontrarlo. Entrar y quedarnos en nosotros mismos, es narcisismo. Luchar por los demás sin tener momentos de reflexión, de meditación, de interiorización, acaba secando nuestro corazón y llenándolo de odio contra los que no piensan como nosotros y creemos injustos.
Ante nosotros se abre un año. Un año para crecer espiritualmente en nuestro interior y un año para llenarlo de amor y de entrega hacia los demás. No lo desperdiciemos.
FELIZ AÑO A TODOS.
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