domingo, 8 de enero de 2012

AGUA Y ESPÍRITU


"Juan en su proclamación decía:
- Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo.
Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y vino una voz del cielo, que decía:
- Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido."

Marcos empieza su evangelio presentándonos a Juan. La voz que clama en el desierto. Llama a todos a la conversión y deja claro que ha de venir alguien mucho más importante que Él y que no hará un bautizo de conversión, de agua, sino un bautizo del Espíritu, un bautizo de amor.
Jesús se presenta como uno más a recibir el bautizo de Juan. Marcos, en dos líneas, nos señala el gran cambio que se produce: el paso del Antiguo al Nuevo Testamento.
"...vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre Él como una paloma, (...) y una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido".
Juan habla de penitencia, de castigo, de necesidad de conversión...Con Jesús el Cielo se abre, el Amor baja sobre nosotros y Dios nos llama Hijos, elegidos...Jesús habla de conversión interior. Por desgracia seguimos creyendo que amar a Dios es cumplir leyes. Seguimos pensando que hemos de conquistar el Cielo con nuestros actos. Sin embargo el Cielo está abierto. Jesús lo abrió. No somos esclavos, sino Hijos, elegidos, porque hemos sido bautizados con el Amor de Dios. Ya no cabe el miedo en los Hombres, porque somos amados por Dios...
Debemos mirar la vida como un don. Debemos vivir buscando el Amor en todos los detalles. Debemos convencernos de que nosotros, porque hemos sido bautizados en el Espíritu, podemos cambiar este mundo. Debemos cambiarlo.
Para ello debemos estar atentos al Espíritu. Juan XXIII nos repetía que los cristianos debemos estar atentos a "los signos de los tiempos". Hay que saber escuchar la voz del Espíritu en los acontecimientos, en las circunstancias de la vida. Por eso necesitamos momentos de silencio, de meditación. Necesitamos cultivar nuestra vida interior. Y esto también podemos hacerlo en comunidad. Meditar la Palabra en grupo. Allí, reunidos en su nombre, se abrirán los cielos sobre nosotros y el Espíritu nos mostrará el camino...

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