"En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
- Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios."
Nicodemo se acerca a Jesús de noche. Está a oscuras. Jesús le habla de luz. Hace que encuentre la luz. Empieza comparando la serpiente de bronce del desierto, que significaba la vida para el que había sido mordido por las de carne, con la Cruz, que significa la Vida y la Salvación para nosotros.
Nos encontramos ante el gran Amor del Padre, que nos entrega a su Hijo para que el hombre sea salvo. Pero nos encontramos ante la lucha entre las tinieblas y la luz. Entre nuestra inclinación a hacer el mal y la luz, que es la Vida. Y es Cristo el sacramento de la vida que Dios nos da. En la Eucaristía, unión total con Jesús y con todos los hombres. En la Cruz de un Jesús que sufre en todos los pobres, enfermos, marginados...
Nosotros preferimos ocultarnos en las sombras, que disimulan nuestros defectos, nuestro egoísmo, nuestro verdadero yo. Tememos la luz, porque ella hace que se nos vea tal cual somos. Sin embargo Dios nos ama tal cual somos; con nuestros defectos y taras. Porque para eso mandó su hijos al mundo, para salvarnos y darnos la vida.
La Cuaresma es el tiempo para acercarnos a la Luz. La Luz de Cristo, simbolizada en la Pascua por la llama del cirio pascual.
Nicodemo se acerca a Jesús de noche. Está a oscuras. Jesús le habla de luz. Hace que encuentre la luz. Empieza comparando la serpiente de bronce del desierto, que significaba la vida para el que había sido mordido por las de carne, con la Cruz, que significa la Vida y la Salvación para nosotros.
Nos encontramos ante el gran Amor del Padre, que nos entrega a su Hijo para que el hombre sea salvo. Pero nos encontramos ante la lucha entre las tinieblas y la luz. Entre nuestra inclinación a hacer el mal y la luz, que es la Vida. Y es Cristo el sacramento de la vida que Dios nos da. En la Eucaristía, unión total con Jesús y con todos los hombres. En la Cruz de un Jesús que sufre en todos los pobres, enfermos, marginados...
Nosotros preferimos ocultarnos en las sombras, que disimulan nuestros defectos, nuestro egoísmo, nuestro verdadero yo. Tememos la luz, porque ella hace que se nos vea tal cual somos. Sin embargo Dios nos ama tal cual somos; con nuestros defectos y taras. Porque para eso mandó su hijos al mundo, para salvarnos y darnos la vida.
La Cuaresma es el tiempo para acercarnos a la Luz. La Luz de Cristo, simbolizada en la Pascua por la llama del cirio pascual.
Muchas, gracias, por el mensaje de hoy, acercarme a la luz, que es Dios , gracias.
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