"Quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre." (Jn 8, 51)
Ayer dijimos que María guardaba todo lo que veía y oía de Jesús en su corazón. Hoy es Él quien nos invita a guardar su palabra. Su palabra es vida, porque su Palabra nos muestra el Padre y nos conduce a Él. De ahí la importancia de meditar su palabra. Es la única manera de conocer a Dios. La meditación de la Palabra nos llevará a ver a Dios en los demás, a respirar a Dios en la vida.
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