"Señor, no tengo a nadie que me introduzca en el estanque cuando se mueve el agua" (Jn 5, 7)
Llevaba treinta y ocho años inválido. Esperaba el milagro de la curación del estanque de Betesdá, pero nadie le ayudaba a entrar en el agua en el momento oportuno. "No tengo a nadie".
¿Cuánta gente a nuestro alrededor no tiene a nadie? Juzgamos su maldad, su incredulidad...y nosotros pasamos a su lado sin reparar que no tienen a nadie, que están solos. No se trata de catequizarlos, decirles sermones, darles consejos. Se trata de alguien que actúe, que les ayude a moverse. Alguien que les demuestre con actos que les ama. Entonces se podrán levantar y comenzarán a andar. Entonces serán hombres nuevos.
Es tan cierto Joan Josep.
ResponderEliminarEn Cáritas siempre nos hablan del acompañamiento a las personas para que puedan andar, o sea dar la caña y enseñar a pescar, no dar el pescado cocinado.
Una abraçada, Montserrat
Gracias, tiene usted muchas razón, estaré atenta a las necesidades de los demás.
ResponderEliminarNormalment, aquells a qui has ensenyat a caminar, ve un moment que marxen sols, com els ocells. Llavors qui es queda sol ets tu. És aquella edat descrita a l'evangeli, quan vindrà un altre que et vestirà com ell vulgui i et portarà allà on no voldries. Raríssimes vegades acabes com voldries. N'hi ha per reflexionar molt, Joan Josep.
ResponderEliminarUna abraçada. Olga