Aquel hombre llegó realmente preocupado:
- He seguido mil y un cursos de crecimiento personal. He leído las lecciones de los maestros espirituales más serios. Y cada día me encuentro más inquieto y más descontento conmigo mismo.
El Anacoreta lo miró con afecto. Lo llevó bajo la palmera. Se sentarn y le dijo:
- Hijo mío. No debes empeñarte en ser lo que no eres. Has de ser, sin más, lo que eres y hacer lo que haces...
Aquel hombre miró al Solitario con cara extrañada. Este prosiguió:
- Quiero decirte, que el peor error que podemos cometer es intentar ser como otro. Dios te pide que seas como eres tú. Si haces cursos, han de ser para descubrirte a ti mismo. Si miras a tu alrededor pensando que aquello es mejor o es peor que lo tuyo, estás cayendo en mundo dual erróneo. Has de buscar la unidad en tu interior. Allí verás, que tanto lo que consideras virtudes, como lo que consideras defectos, unificados, son factores de crecimiento. Esta es la verdadera ascesis: poner tu alma en todo lo que haces.
Lo miró profundamente a los ojos y le dijo:
- Por favor. Hazme caso. Detente. Sólo así podrás ver, concentrarte y unificarte...y descubrirás tu ser.
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