El Sábado Santo nos hace patente el silencio de Dios. El de la ausencia de Dios. Incluso la Eucaristía se quita del sagrario y se guarda en la sacristía.
Es el tiempo de todas esas personas que han perdido a Dios, de todos los que en algún momento de nuestra vida, no sabemos dónde agarrarnos. Es el tiempo de la SOLEDAD ABSOLUTA. Todavía suena en nuestros oído, grito desgarrador: "Padre, por qué me has abandonado". Pienso en aquella joven que acaba de perder a su novio víctima del cáncer. Todas sus ilusiones, sus planes y proyectos se han hundido en un instante. Y está sola...y sin Ti, en la soledad más absoluta. Yo no sé ayudarla. ¿Qué le puedo decir? ¿Darle mi mano? Ella añora la mano de su novio y la mía le sonaría a violación...Sólo Tu puedes hacerlo...haciéndole ver, que tras el Sábado Santo, viene la Resurrección. Que esta soledad acabará...No sé cómo lo harás, pero sé que puedes hacerlo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario