El Anacoreta empezó a comportarse de manera extraña. Tomaba un puñado de arena en sus manos, lo obervaba detenidamente, dejaba deslizar los granos entre sus dedos. Miraba las piedras, las lechugas, las acelgas y las coles del huerto...Luego dirigiéndose a su discípulo dijo:
- ¿Te has fijado? No hay dos granos de arena iguales, ni dos piedras, ni dos lechugas, ni dos coles, ni dos acelgas...No hay dos cosas iguales en la naturaleza...
El discípulo, que había ido a la universidad, dijo:
- Hoy hay unos tomates trangénicos , cuidados en cultivo hidropónico, que todos son iguales.
Rió con gusto el Anacoreta.
- Sí, pero dudo que tengan algo de natural esos tomates. Seguro que hasta el gusto (mejor dicho, el no gusto), es igual en todos.
Guardó silencio y prosiguió:
- En espiritualidad hablamos diempre de Unidad, sin embargo no hay dos cosas iguales. Conseguir la Unidad no es hacernos todos iguales...La vida se caracteriza por los contrates, por la diversidad. La vida es un equilibrio entre el movimiento y la estática, del todo y la parte, lo inmanente y lo transcendente, la creatividad y la noma...La vida es bipolar. Me gusta la imagen zen del Ying y el Yang. Somos un equilibrio de luz y de sombra, de bien y de mal, de hombre y mujer, de...La vida está en equilibrio... La Unidad está en el equilibrio. Tendré que meditar más profundamente en esto...
Y siguió observando la naturaleza a su alrededor...
"...En espiritualidad hablamos siempre de Unidad..."
ResponderEliminarGràcies