Volvían del Oficio del Jueves Santo ambos solitarios. El Anacoreta comentó:
- La espiritualidad de la liturgia de hoy es una de las centrales del cristianismo. De esa cena de Jesús con sus discípulos, nace el rito central del cristianismo. Los católicos lo llamamos Sacrificio de la Misa, otros le dan otro nombre, pero para todos los cristianos es un acto central; el punto fuerte de la comunidad...
- Sí - dijo el discípulo - pero cada día se encuentran más personas que dicen que son cristianas, que siguen a Jesús, pero que no son practicantes...Es decir, que no participan en el sacrificio de la Misa...
Siguieron andando un buen trecho en silencio, hasta que el Anacoreta dijo:
- Quizá porque hemos perdido el verdadero sentido de este acto. Lo hemos convertido en un rito, cuando era algo vital. En los tres Evangelios sinópticos el centro del relato de la Cena es la Eucaristía: Comed y bebed que esto es mi cuerpo y mi sangre. Haced esto en memoria mía.
Hizo otra pausa para decir:
- Nos hemos pasado siglos discutiendo sobre cómo el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo, cosa que nunca dilucidaremos y hemos olvidado que la respuesta práctica está en el Evangelio de Juan. Los capítulos de la Cena, en este Evangelio, son el núcleo teológico del cristianismo. Allí, cuando dice que han de hacer lo mismo que Él, es después de lavarles los pies. Tanto el sentido de la Eucaristía como el del lavatorio de los pies, es el mismo: es el Amor, la donación, el servicio, el reconocimiento de Dios en el otro. Eso es lo que celebramos en la Eucaristía. Hemos discutido sobre la presencia, y no la negaré, pero nunca sabremos el cómo. Y lo que sí es importante, es lo que significa para nosotros: que Él está presente en medio nuestro cuando estamos reunidos en su nombre. Que la verdadera manera de ser cristiano es el Amor, el servicio. Y que esta es la única forma de cambiar el mundo. Y que el sentido de reunirnos el domingo, es el de vivir el Amor, el de escuchar su palabra y compartir su Cuerpo y su Sangre, para poder vivir plenamente, para hacer que nuestro mundo sea realmente el Reino...
Miró el discípulo sonriendo a su Maestro y le dijo:
- Nunca me habías hablado tato tiempo sin parar...
Y siguieron el resto del camino en silencio...
Nos hemos pasado siglos discutiendo sobre cómo el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo, cosa que nunca dilucidaremos y hemos olvidado que la respuesta práctica está en el Evangelio de Juan. Los capítulos de la Cena, en este Evangelio, son el núcleo teológico del cristianismo. Allí, cuando dice que han de hacer lo mismo que Él, es después de lavarles los pies. Tanto el sentido de la Eucaristía como el del lavatorio de los pies, es el mismo: es el Amor, la donación, el servicio, el reconocimiento de Dios en el otro. Eso es lo que celebramos en la Eucaristía. Hemos discutido sobre la presencia, y no la negaré, pero nunca sabremos el cómo. Y lo que sí es importante, es lo que significa para nosotros: que Él está presente en medio nuestro cuando estamos reunidos en su nombre. Que la verdadera manera de ser cristiano es el Amor, el servicio. Y que esta es la única forma de cambiar el mundo. Y que el sentido de reunirnos el domingo, es el de vivir el Amor, el de escuchar su palabra y compartir su Cuerpo y su Sangre, para poder vivir plenamente, para hacer que nuestro mundo sea realmente el Reino...
ResponderEliminarMiró el discípulo sonriendo a su Maestro y le dijo:
- Nunca me habías hablado tato tiempo sin parar...
Y siguieron el resto del camino en silencio...
Bon cos del Crist, germans !