Llegó a la Cueva en busca de paz. Le pidió consejo al Anacoreta:
- Todos dicen que soy irascible. Que me enfado por nada. Que no sé dialogar. Pero es, que cuando tengo razón no soporto que me contradigan. No soporta la injusticia y la mentira y me revelo ante ello.
El Anacoreta tardó más tiempo del habitual en responderle. El hombre se estaba impacientando cuando el anciano le dijo:
- Hay algo que debes tener en cuenta. La ira, el odio, la venganza, hacen más daño a la persona que las tienen que a las que las reciben. Si tienes razón ¿por qué te enfadas con el que te contradice?¿No será que no tienes tanta razón como crees?
Miró otro rato al horizonte y continuó:
- El mal genio apaga la inteligencia. Te impide reflexionar correctamente. Evita que te percates de la parte de razón que tiene el otro. Nadie está totalmente equivocado y nadie tiene toda la razón.
Le miró a los ojos y concluyó:
- Haz de ser paciente. Si eres paciente en un momento de ira, te evitarás muchos días de tristeza...
Qué bien me hizo éste relato!!.
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