lunes, 5 de octubre de 2020

EL ANACORETA Y LA UNIDAD

 


El discípulo limpiaba su escudilla de barro en la fuente. Le resbaló de las manos, cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. El joven esperaba que el Anacoreta se disgustara, pero su reacción fue aprovechar el suceso para sacar una enseñanza:
- ¿Ves? En el suelo sigues teniendo la escudilla, pero rota en mil pedazos. Ya no sirve para nada. A nuestra sociedad le pasa algo semejante. Estamos divididos por mil cosas. Razas, colores, partidos políticos, gustos, poder adquisitivo, idiomas...Corremos el riesgo de no servir para nada.
Reflexionó unos instantes y concluyó:
- No se trata de que seamos todos iguales. La diversidad es una riqueza. Se trata de que estemos unidos. Fíjate que cada trozo de la escudilla es diferente, pero todos juntos forman una escudilla con la que podemos comer. Cada uno, desde su diferencia, ha de contribuir a formar una sociedad unida, fraterna, que trabaje por el bien de todos. Esa es la unidad positiva...Unidad, no uniformidad.

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