domingo, 14 de enero de 2024

ÉL NOS INVITA A SEGUIRLE



 Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar a Jesús dijo:
– ¡Mirad, ese es el Cordero de Dios!
Los dos seguidores de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó:
– ¿Qué estáis buscando?
Ellos dijeron:
– Maestro, ¿dónde vives?
Jesús les contestó:
– Venid a verlo.
Fueron, pues, y vieron dónde vivía; y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Le dijo:
– Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo).
Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús, y cuando Jesús le vio, dijo:
– Tú eres Simón, hijo de Juan, pero serás llamado Cefas (que significa: Pedro).

"En el Evangelio vemos a dos discípulos de Juan que tienen ganas de buscar. “¿Qué buscáis?”, les pregunta Jesús. Querían saber dónde vivía Cristo. Están dispuestos a salir de su zona de confort, para encontrar al Mesías. Tenían ya un maestro, a Juan el Bautista, pero buscaban al Maestro, al definitivo. Un buen ejemplo para nosotros, a los que nos cuesta salir de la cama, para ir a Misa, de nuestro grupo de siempre, de nuestras oraciones de siempre… Y nos quejamos de que no encontramos al Señor. A veces hace falta un esfuerzo, para verlo. Y confiar en la palabra de los que saben más de esto.
Dice el Evangelio que se quedaron todo el día. En realidad, me parece que se quedaron más de un día. Ese encuentro con Jesús les cambió la vida para siempre. Anduvieron con él, vieron cómo hablaba, cómo predicaba, cómo se relacionaba con la gente, y los “llamados” se convirtieron en “llamadores”. Esa fue la tarea de Elí, de Juan Bautista, de los primeros discípulos… “Hemos encontrado al Mesías”, y llevaron a Pedro hasta Jesús.
Quizá podamos decir algo más. Si un cristiano no habla de su experiencia del Mesías, si no comparte con otros hermanos su encuentro con Cristo, lo que ha aprendido después de estar un día con Él, si no ha sentido cómo ha recibido una llamada para evangelizar… Pues no somos cristianos del todo. Tenemos que seguir creciendo como creyentes.
Escuchamos de labios de Samuel “Habla que tu siervo escucha”. El salmo ha reforzado esa disposición, con “aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Son buenos mensajes para el que quiere orar de verdad. Debiéramos pensar que cada oración que dirigimos a Dios pidiéndole lo que sea, debería ir acompañada necesariamente de este complemento. Porque orar no es solo esperar que Dios arregle nuestras cosas, sino ponernos en sus manos, para que Él pueda arreglarlas. Es un buen momento para preguntarnos si nos hemos puesto a tiro de Jesús, si hemos escuchado la Palabra y hemos dedicado un tiempo a responderla. Porque, a lo peor, Dios está esperando nuestra respuesta a su interpelación.
Y un detalle más. A Samuel se le apareció el Señor cuando ya estaba en el templo. Y a los primeros discípulos los llama cuando ya eran discípulos del Bautista. Lo que nos recuerda que debemos actualizar la respuesta al Señor cada día. Dios sigue llamando, y nuestra contestación ha de actualizarse también.
Y, al final, vemos cómo Jesús le da un nuevo nombre a Pedro. Es el nuevo nombre, por el que Cristo lo iba a conocer. En el nombre va implícita la misión. También ante el Señor tenemos nuestro propio nombre. Él nos conoce y nos llama por ese nombre, exclusivo, cuando nos llama a nuestra vocación cristiana. Nos invita, como a Samuel, a seguirle como cristianos. Y, como dice el p. Fernando Armellini, “La vocación no nos ha sido revelada a través de sueños y visiones sino que la descubrimos mirando dentro de nosotros mismos, escuchando la palabra del Señor que se hace oír, no ver, que se manifiesta en los acontecimientos y habla a través de los ángeles que nos pone a nuestro lado: los hermanos encargados de interpretarnos sus pensamientos y su voluntad.”
Por último, subrayemos que Dios Padre y el mismo Jesucristo necesitan siempre de colaboradores a tiempo pleno, para llevar a cabo su tarea. Quieren que tú participes. Cuando hay tantas cosas que hacer en la Iglesia y en el mundo, y cuando hay tantas cosas que no se hacen, ¿no será que nos hemos puesto unas anteojeras y unos tapones, para no ver ni escuchar, para no complicarnos la vida con las cosas del Padre? Es un buen momento para reaccionar. Dios te llama. ¿Qué vas a responder?"
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)

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